Difícil interpretar lo que se ve desde lejos –y no digamos desde cerca- en la familia socialista. Es difícil entender por qué se ve desinflados a sus dirigentes, por qué les nota como sin rumbo en estas dos semanas en las que se decide mucho más que el número de escaños que ocupará el PSOE en el Parlamento Europeo. El CIS no les ha traído buenas noticias, pero el bajón anímico había aparecido antes.
Hace apenas dos meses estaban eufóricos, dispuestos a comerse el mundo y exigiendo a Rajoy que anunciara de una vez el nombre del candidato para ser cabeza de cartel en unas elecciones de gran importancia. Pues bien, justo cuando se inicia oficialmente la campaña electoral, resulta que el PSOE no pita.
Valenciano no alcanza el nivel que se esperaba de ella
Las encuestas rebajan sus expectativas, Valenciano no alcanza el nivel que se esperaba de ella, y los tiras y afloja preparatorios del debate Valenciano-Arias transmite la idea de que la candidata socialista se arruga ante un experimentado ex ministro y ex eurodiputado que conoce como pocos la UE. Por si fuera poco, Chacón vuelve a España para participar en la campaña y Madina sigue incorporando adhesiones a su equipo de apoyo, mientras a Rubalcaba parecen quitársele las ganas de pelear por seguir en la secretaría general. Muy mala noticia para un PSOE que de ser así perdería su mejor cabeza. En fin, que cuando se acerca la fecha en la que el PSOE debería dar el do de pecho para lograr un triunfo electoral que le ponga en casa, va y se viene abajo. O eso es lo que se percibe. Y en política, lo que se percibe es lo que suele ser.
En el PP no están como para tirar cohetes porque pierden votos que quizá no dan escaño a quienes le disputan espacio por la derecha, pero le pueden quitar alguno, o más bien algunos, al partido de gobierno. Sin embargo aguantan el tipo. Y además la economía y el empleo empiezan a ofrecer mejores datos aunque el PSOE siga empecinado en que no es cierto, que hay engaño. A poco que mejoren esas cifras y el PP siga recordando en cuanto tiene ocasión que con el gobierno de Zapatero nos fuimos a negro, las perspectivas electorales de Rajoy mejoran respecto a las que tenía hace un año.
Las perspectivas electorales de Rajoy mejoran respecto a las que tenía hace un año
Solo le falta al presidente de Gobierno que se enderecen las cosas en Cataluña, y esa va a ser su prioridad a partir del día 25, a ello se va a dedicar full time con el mismo empeño con el que se había dedicado hasta ahora a las cuestiones económicas.
En ese negociado, el catalán, pesadilla de Mariano Rajoy y de tantos otros desde mucho antes de que fuera presidente de Gobierno, se está moviendo algo. Y por primera vez en mucho tiempo, se mueve en el sentido del respeto a las leyes y a la Constitución.
Habrá que esperar al resultado de las europeas para ver qué pasa con el voto a CiU, pero en los últimos días se han visto gestos en Artur Mas que hacen pensar que, como ha ocurrido con Putin respecto a Ucrania, ha caído del caballo, abandona las posiciones más radicales y trata de buscar una salida para no seguir adelante con sus planes independentistas, agobiado porque Junqueras se le ha subido a la chepa y pretende mangonearle, presionado por empresarios que le dicen que no salen las cuentas, y preocupado por una creciente Sociedad Civil Catalana que está teniendo más éxito del que preveían en la Generalitat.
En Madrid, Rajoy y Rubalcaba siguen atentos todo lo que ocurre en Barcelona, y han hablado y hablan largo y tendido sobre qué solución se puede dar a Mas para que entre en razón sin que su imagen quede irremediablemente dañada por no conseguir su objetivo. Lo que se llama una “salida honrosa”. ¿Política fiscal? Por ahí podrían ir los tiros.
Pilar Cernuda