Observo desde la distancia la precampaña de las elecciones europeas. Mucho, no tanto ruido, y muy pocas nueces. Los partidos pequeños amenazaban con recoger la desconfianza hacia los grandes y las encuestas restablecen la ecuación tradicional de la política española. Gana terreno otra vez la abstención.
El PP es repudiado por muchos de los suyos y el PSOE no recupera a los que se fueron. Los dos grandes partidos solo tienen una angustia: que el otro no les gane por demasiado.
El PP es repudiado por muchos de los suyos y el PSOE no se recupera
Porque lo que importa es las elecciones municipales y generales. Europa sigue estando lejos. La conciencia europea si nunca estuvo asentada se resiente por la imagen de madrastra que tiene esta Europa alemana.
La verdadera paradoja es que la soberanía trasladada desde los estados a la Unión Europea no reside más que parcialmente en el Parlamento. La imagen de la señora Merkel como jefa de un directorio sin contrapesos anula la realidad de un parlamento que legisla pero no manda.
Los partidos en España hablan poco del fondo de la cuestión. Se trata más bien de meter vigas en el ojo del adversario con munición demestica. Porque es más fácil movilizar o tratar de hacerlo con los asuntos locales que con la gran encrucijada europea. La siguiente paradoja es que partidos xenófobos y populistas pueden avanzar en muchos puntos de esta Europa anestesiada.
Elena Valenciano versus Miguel Arias Cañete, como termómetro de la resistencia en el poder de Mariano Rajoy. El presidente mudito ejerce su poder omnímodo con gestos puntales pero inequívocos de su vocación de mando. Habla de una recuperación que es del IBEX 35 en donde los fondos compran a precio de ganga.
Los bancos siguen sin dar créditos y lo poco que se contrata en el mercado laboral es precario. Los índices de pobreza u desigualdad se han asentado con vocación de futuro.
Estas elecciones en definitiva son un plebiscito del poder alemán que como en tantos momentos de la historia quiere, puede y domina Europa. Esta vez los cañones no disparan plomo. El Banco Central Europeo y la Comisión son las divisiones acorazadas de la capacidad alemana para ejercer su dominio.
No va a ser fácil que los españoles acudan a las urnas porque en el fondo no se creen que podamos decidir nada distinto de lo que se nos impone. Europa fue un sueño que resiste a convertirse en realidad.
Carlos Carnicero