No hagan caso a quienes les dicen que estas elecciones europeas no son importantes ni tampoco a los que quieren que se usen como un castigo al PP por su política. Tampoco a los que proponen un voto de castigo al PSOE porque estamos como estamos por su culpa. O a quienes dicen que hay que darles una patada en el trasero a los dos grandes votando a los pequeños. No hagan caso a quienes les dicen que Europa no es importante, porque no es verdad. Las decisiones que se van a tomar en el Parlamento Europeo en Bruselas o Estrasburgo y en la sede de la Unión Europea se van a convertir en normas aplicables a los ciudadanos españoles sí o sí. El derecho europeo será derecho español en poco tiempo. Por eso es importante que los eurodiputados españoles tengan peso en Bruselas y que defiendan los intereses de todos los ciudadanos españoles, porque de otra forma podemos salir muy perjudicados.
Europa no es el enemigo sino la solución. Europa no es el problema sino el futuro. Todos deben tomar nota porque los que se queden fuera, estarán en el limbo. Y gracias a Europa, España ha podido construir en las últimas tres décadas un país moderno, con buenas infraestructuras y con capacidad de futuro. El hundimiento no ha sido culpa de Europa sino de nuestros gobernantes. Esos que todavía no han pedido perdón. Dicho eso, la campaña electoral está discurriendo por caminos que incitan a todo menos a votarles y que pueden conseguir lo contrario de lo que persigue, que los ciudadanos vayan a votar. El PP tiene un buen cabeza de lista, pero afirmaciones como las de García Margallo de que van a aplastar a los pequeños, sólo se puede explicar por la soberbia de los líderes. Ya lo están haciendo con las instituciones sociales a las que no oyen ni escuchan. La del PSOE está más cerca de una campaña a delegado de curso en la Universidad que de otra cosa. Si Izquierda Unida es la esperanza de Europa, con todos los respetos, apaga y vámonos. Y los pequeños partidos apenas van a tener una presencia testimonial, unos, y de resta de votos, otros. Nada.
Europa no es el enemigo sino la solución
Por eso, todos los partidos van a tener que hacer algo más, mucho más si quieren mi voto y, supongo, el de millones de ciudadanos. Un cincuenta o un sesenta por ciento de abstención o de votos en blanco -esto es siempre mejor que no acudir a votar- debería ser una seria llamada de atención a los políticos. De momento mi voto está en blanco y no hay pronósticos de que vaya a cambiar fácilmente. Me tiene que convencer alguien.
Francisco Muro de Iscar