viernes, septiembre 20, 2024
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AVENTURA! es el título de la función que se acaba de estrenar en Madrid (llega con una larga vida a sus espaldas), en los Teatros del Canal, y es su título, lo que menos me ha gustado de esta función, mejor dicho, lo que menos he entendido.

Alfredo Sanzol ha demostrado su talento sobradamente como director y como dramaturgo, especialmente, cuando afronta montajes con esa doble personalidad. En este caso repite colaboración con la, también muy reconocida, compañía catalana T de Teatre. Una buena mezcla, ya probada con éxito en Delicadas, otro gran montaje.

¡Te reirás!, promete la información que envía el teatro en su campaña para convocar espectadores, dando por hecho que eso es lo que necesitamos, o creemos necesitar, en este momento y, por lo tanto, lo que buscamos en el teatro. Quizás tienen razón al pensarlo y no engañan, te ríes. Yo, al menos, me reí. A pesar de que, en más de una ocasión, se me helara la sonrisa en la cara al darme cuenta de la dureza de lo que me había hecho tanta gracia. Porque la función tiene carga de profundidad y aborda con valentía una lectura más psicológica que sociológica de la crisis y sus consecuencias.

Me parece un acierto que los personajes no sean extremos, ni se les ponga en situaciones límite. Sencillamente, alguien les hace una oferta en un momento incierto. Sus reacciones y decisiones son provocadas más por el miedo, que por una dura realidad de la que no pueden escapar. No hay tragedia que les salve, ni esa concesión les ofrece el autor para poder justificarse. Eso hace que la función resulte especialmente un espejo en el que mirarnos. Como en el grandioso baile final de los vampiros de la comedia de Polanski, los espectadores corremos el peligro de vernos reflejados en el espejo rodeados de vacío, y ver nuestro rostro, mientras los fantasmas de la escena desaparecen ¡Qué miedo!, no, no hay que asustarse, al revés, mejor tomarnos con un poco más de humor  y tirar para adelante con valentía.

La magnífica y sabia dirección de Sanzol  que añade a su enorme talento, madurez y seguridad en sí mismo

En el programa de mano, Sanzol revela, que la obra busca un efecto pedagógico, casi moralista: “Que sirva para abrir las vías de comunicación y el sentido de comunidad” y lo hace, intentando mostrarnos a lo que nos puede llevar el miedo, en lo que nos podemos convertir, si nos abandonamos a él. Generalmente, no me gusta darme cuenta de que alguien me intenta “educar” desde el escenario, pero tengo que reconocer que, en este caso, me rindo al talento, la calidad artística, y el buen hacer de todo este equipo… La interpretación de todos (Mamen Duch, Marta Pérez, Carme Pla, Albert Ribalta, Jordi Rico y Ágata Roca) divertida, ágil, excelente. La música original de Fernando Velázquez que aporta color y textura al ambiente y la puesta en escena, el diseño de iluminación de Carlos Lucena, la escenografía a cargo de Alejandro Andújar y, por supuesto, la magnífica y sabia dirección de un Sanzol que añade a su enorme talento, madurez y seguridad en sí mismo.

¿Está todo en venta? ¿Estamos todos en venta?, parece arriesgado hacer comedia con este asunto, en un momento en el que la esclavitud, aparece reflejada en las noticias, no en los libros de historia. Las nuestras son otras esclavitudes, mas culpables, cobardes e incomprensibles.

La propuesta llegará con mayor fuerza, probablemente, a un público de clase media, o media alta, en una edad madura, aunque todavía jóvenes. Porque con otra edad y situación económica y vital, el conflicto sería muy distinto y se viviría de forma diferente. En cualquier caso, es ése, el perfil mayoritario del público con el que se va a encontrar en el teatro.

A pesar de que mayo es un mes de fiesta, fútbol, paseos y terrazas, no abandonen los teatros, la cartelera está muy interesante en esta primavera madrileña.

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