Por fin, una semana después de mostrase despectivo y displicente con Elena Valenciano, el candidato Cañete ha pedido disculpas y, de manera tímida, reconoce que su forma de expresarse «ha sido desafortunada».
Está bien que pida disculpas «a quien haya podido ofender», porque sus palabras machistas y perdonavidas no solo han ofendido a su adversaria política, han faltado el respeto a las mujeres en general. Otra cosa es que se crea en la sinceridad de sus excusas. Lo cierto es que le ha costado tanto decirlas que debe llevar seis días ensayándolas delante del espejo.
Asegura que su partido no le ha cerrado la boca después de tamaña metedura de pata pero no cabe duda de que la preocupación por el alcance de su explicito machismo estaba haciendo surgir voces críticas entre sus filas y obligando a Rajoy a hacer un papelón en defensa de su idoneidad como candidato, mientras la polémica social crecía. De nada habían servido sus reiteradas fotos rodeado de mujeres. En este caso mil imágenes no corrigen el demoledor efecto de sus palabras, atribuyéndose una superioridad intelectual por el mero hecho de ser varón.
Cuenta Cañete su larga trayectoria en la vida pública, sus negociaciones en Bruselas en defensa de los intereses de agricultores y pescadores, sus cientos de mítines desde tiempos inmemoriales. Y ahí puede estar el origen de su error político: los tiempos han cambiado, el sexismo, las bromas soeces sobre las mujeres merecen el rechazo social y eso es lo que el candidato del PP no acaba de entender.
El machismo no se lleva, no se tolera ni en España ni en Europa
El machismo no se lleva, no se tolera ni en España ni en Europa. Entre otras cosas porque el machismo mata. Sus víctimas son las miles de mujeres asesinadas por sus parejas.
Pero, aceptadas las disculpas por parte de Valenciano, y a tres días de la cita con las urnas, ambos candidatos deberían emplearse a fondo para que la abstención no se convierta en la fuerza ganadora de los comicios europeos o que los partidos euroescépticos, xenófobos y racistas no se alcen como las fuerzas dominantes del parlamento europeo.
Hay que votar por Europa, porque las políticas de austeridad y recortes también se pueden cambiar en las urnas. Hubo un tiempo que esa UE, que ahora no nos gusta, empujó a este país a cotas de democracia y prosperidad impensables sin su ayuda. Si se quiere castigar a la política nacional, este no es el momento ni el lugar. Ya llegaran las elecciones generales y cada cual dará su castigo a quien le parezca que lo merece.
Y si Vd. es de los que creen que el bipartidismo ha agotado sus posibilidades, hay otras opciones que, felizmente en España, no pasan por partidos de extrema derecha o antisistema.
Victoria Lafora