El cierre de la campaña electoral, la jornada de reflexión y el día de las urnas pasan a un merecido segundo plano de la actualidad ante el fenómeno social y deportivo sin precedentes en la geografía humana de la Península Ibérica, dicho sea con toda la intención puesta en los protagonistas del acontecimiento y su marco espacial. A saber: el Real Madrid y el Atlético de Madrid, que disputan la final europea de la Champions en Lisboa, con unos retos logísticos de fondo que preocupan seriamente a las autoridades españolas y portuguesas, básicamente en materias de tráfico y de orden público.
No hay punto de comparación entre el balón y la urna como ofertas del fin de semana. Si no, les emplazo a ustedes a comparar los índices de audiencia televisiva a escala europea en el seguimiento del mencionado partido de fútbol, este sábado por la noche, con los índices de audiencia televisiva a escala europea en el seguimiento de los programas informativos dedicados veinticuatro horas después, el domingo por la noche, al recuento y análisis de los votos recogidos en las urnas. Todo un síntoma de que los futbolistas españoles son más seductores que los políticos. Sobre todo después de un final de Liga tan apasionante y una campaña electoral tan aburrida.
Los ecos de la campaña electoral fueron pedradas de ida y vuelta
Salvo a los convencidos de cada partido, habituales del mitin que dan los suyos, los candidatos no han levantado a los españoles del asiento con sus frases hechas y sus huecas manufacturas verbales. La campaña para las elecciones europeas de este domingo ha venido a ser como una rueda de Prensa sin preguntas. Se entiende perfectamente que la primera noticia del domingo vaya a ser la abstención, lo cual nos pone a los españoles en la pista de la fatiga de materiales que sufre la política nacional.
Tampoco vale la pena sacar conclusiones de una votación de la que, según las encuestas, se desmarcan olímpicamente más de la mitad de los ciudadanos con derecho a voto. De modo que la única encuesta realmente interesante de estos últimos días es la ola de simpatía popular que despierta el Atlético de Madrid por demostrar que si se quiere se puede, por encima de la fama y el talonario.
Los ecos de la campaña electoral, por otra parte, fueron pedradas de ida y vuelta. Según el PP, los socialistas dejaron al país en quiebra y ahora pretenden que los voten para volver a hacer lo mismo. Y según el PSOE, el candidato Arias Cañete no merece ser votado a causa de su machismo y por haber aprovechado su anterior etapa europea para defender sus intereses particulares y no los de España. Pero de ninguna manera puede tomarse en serio esta clase de esgrima electoral, salvo como pieza acusatoria contra una clase política alejada de los verdaderos problemas de la Europa incapaz de forjar un proyecto común y de la España castigada por el paro, la erosión institucional y el desaliento ciudadano.
Antonio Casado