“Querer a Chávez nos hace tan humanos, tan fuertes”, dice el cántico que Juan Carlos Monedero le compuso en diciembre de 2012 al agónico Presidente de Venezuela. Pablo Iglesias, antes del clímax de su estrellato político con Podemos también vistió el talar de oficiante del culto de gobierno, “Chávez es ya Bolívar y ya cabalga como estandarte y referencia de su patria grande”, dijo en marzo de 2013 en uno de los monólogos del programa Fort Apache.
Reciclando la poética redencionista, Iglesias fumó del opio del buen salvaje revolucionario que alucina a la izquierda jurásica europea, “los mitos cuando se encarnan en un pueblo se hacen inmortales”. La homilía aún está en Youtube y seduce a los incautos, también a los descontentos que ha producido por millares un sistema político anquilosado que perdona a los chorizos de la realeza, al tiempo que mantiene una periferia de desahuciados, parados y mileuristas (la nueva pobreza del Primer Mundo).
El Iglesias devoto del “mito inmortal”, quizá anhele convertirse también en “estandarte y referencia” pero para Europa
En esa ruta están cabalgando estos predicadores demagogos del “mito inmortal” de Hugo Chávez. El comandante de paracaidistas surgió de un golpe de Estado en 1992 que buena parte de los venezolanos miró como un remedio al agotado bipartidismo y la corrupción asfixiante. En 1998 las encuestas se reían de él, pero una torsión del destino le hizo ganar las elecciones presidenciales de ese mismo año. Aún era un terrícola desconocido y no el “mito inmortal” que cantan Iglesias y Monedero con partitura y en el coro del partido Podemos.
El Iglesias devoto del “mito inmortal”, quizá anhele convertirse también en “estandarte y referencia” pero para Europa, por eso a los venezolanos inmigrantes en España se les heló la sangre cuando pese al éxito que obtuvo su partido en los escrutinios, declaró: “tengo que decir que por ahora no hemos podido cumplir nuestros objetivos”. En la memoria les chispeó aquello que el teniente coronel Chávez Frías dijo ante los micrófonos luego de fracasado el golpe militar del 4F: “lamentablemente, por ahora, los objetivos que nos planteamos no fueron logrados”.
No sabemos si el calco es una fantochada supersticiosa del “mito inmortal” o un trucaje de la retórica para meter miedo, en todo caso uno podría sospechar que sí, que al aguilucho telepolítico de Podemos sí le gustan los golpes de Estado, sí le gustan los militarismos, sí le gustan los gobiernos autoritarios y sí está dispuesto a olvidar las violaciones a los Derechos Humanos que guarda en el saco la historia del chavismo (incluyendo el chavismo póstumo con Nicolás Maduro). Que un sujeto así esté conquistando espacios democráticos en Europa gracias a la arquitectura política que desprecia, no es tanto para angustiarse y hacer las maletas, pero sí para estar atentos, no sea cosa de que cuando despertemos descubramos al Caballo de Troya en el patio.
Noé Pernía