El adiós de Rubalcaba ha provocado un auténtico terremoto en el PSOE donde todos parecen tener opiniones diferentes de como resolver el futuro inmediato y casi todos siguen instalados en el QUO VADIS. Hay varias posiciones contrapuestas: quienes sostienen que la convocatoria de un congreso extraordinario -cosa que sólamente se ha hecho una vez en ese partido desde la transición para alejarse del marxismo- es una maniobra al mas puro estilo del aparato para impedir unas primarias abiertas y seguir controlando todo el proceso. Los hay que apuntan que sólo unas primarias abiertas celebradas de forma inminente darían un verdadero impulso de renovación al partido y quienes dicen que sólo después de resolver bien las cuestiones internas se puede abrir el PSOE a los simpatizantes, una vez que se sepa hacia donde se va.
Eduardo Madina señaló ayer que solamente se presentaría para liderar el partido en el Congreso Extraordinario de Julio, si este cargo se eligiera por voto directo. Eso significa un militante un voto sin intervención de los delegados, como sucede ahora. Madina tiene claro, como otros muchos, que la convocatoria de ese congreso ha dejado prácticamente sin efecto a las primarias convocadas para el noviembre y la sensación mayoritaria es que con un nuevo Secretario General se resolverían los problemas de liderazgo y las primarias para elegir candidato la presidencia del Gobierno, podría hacerse mucho más adelante una vez celebrado las elecciones municipales y autonómicas del 2015.
Madina, Chacón o Pedro Sánchez son partidarios de abrir el partido en canal
Así pues, si tuviéramos que definir la situación del partido del puño y la rosa una vez más nos encontramos a un partido dividido en dos: los partidarios de adelantar las primarias y los que prefieren un congreso extraordinario, lo cual aunque parezca paradójico no tiene mucho que ver con lo que conocemos como vieja guardia o pertenecer a la nueva generación de socialistas. Madina, Carmen Chacón o incluso la figura emergente Pedro Sánchez -mucha atención a este diputado que en el estado de su cuenta de Twitter tiene un ¿por qué no?– son partidarios de abrir el partido en canal, si eso es necesario para promover mayor participación, transparencia y que salga adelante, mientras que la poderosa Susana Díaz -a quien muchos sitúan como la elegida de Felipe González y dicen que este es en realidad el artífice de mucho de lo que se esta cociendo- prefiere un Congreso al viejo estilo donde las delegaciones más poderosas sean quienes decidan, porque ¡claro! ella lidera la más poderosa de todas.
Sea como fuere, la presidenta de la Junta es un valor en alza y todos le otorgan un poder que todavía no se ha ganado en las urnas. Es verdad que tiene el liderazgo político, orgánico, incluso social del PSOE pero por mucho que las elecciones europeas hayan salido bien en su territorio, todavía ella no ha pasado directamente por la prueba de las urnas y sólo reafirmará su fortaleza cuando se presente a las autonómicas. Muchos dan por hecho que sería capaz de compatibilizar el gobierno de la Junta con la secretaría general del PSOE y apelan al modelo Cospedal, sin tener en cuenta la factura que a la presidenta de Castilla-La Mancha le ha pasado en su tierra estar sobreexpuesta en Madrid cuando las cosas han venido mal dadas. Ella calla y prefiere administrar con sumo cuidado sus palabras y, también, sus silencios consciente de que muchos miran a Andalucía intentando salir del estado de shock. El problema es que volver a los viejos métodos, es decir, que sea en definitiva el aparato quien decida al que debe ser el nuevo secretario general, o, lo que es lo mismo, aparentar que todo cambia para que todo siga igual tiene el enorme riesgo de que el partido continúe en caída libre porque los ciudadanos no perciban cambio alguno, ni deseo de una auténtica regeneración democrática. Ese riesgo no pueden minusvalorarlo ya ante el riesgo cierto de que otros partidos de izquierda le coman la merienda.
Esther Esteban