domingo, noviembre 24, 2024
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Volvamos al viejo, ¿anticuado? Periodismo

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Participé hace pocos días en una tertulia televisiva que acabó, más o menos, a gritos entre algunos de los participantes, colegas míos de profesión. El debate se centraba en el papel que algunos medios desempeñan a la hora de promocionar a 'tertulianos' (o, como les gusta a los puristas, 'contertulios') hacia puestos destacados en la política. Incluso, a la hora de promover algunas candidaturas de nuevo cuño. No pienso solamente en Podemos y en su líder, Pablo Iglesias, sino también en otros personajes mediáticos que se han convertido en cabezas de lista gracias a la notoriedad que les dieron sus intervenciones en radios y televisiones, siempre en programas de corte periodístico y mezclados con profesionales de la información.

Porque una cosa es la intervención del político en calidad de tal, siendo entrevistado por nosotros (los informadores) y otra, muy distinta, la mezcla del futuro candidato 'entre iguales' con los periodistas, en la siempre tórrida discusión sobre cómo afrontar los problemas nacionales. Los periodistas no podemos convertirnos en comparsas, ni en enemigos de candidatura alguna -ya digo: a gritos he escuchado en alguna tertulia comportarse a algún compañero frente a Pablo Iglesias-, ni, menos aún, en patrocinadores de alguna opción política.

 Me inquieta que una opción política se ponga en pie en cuatro meses, sin estructura, ni organización

Creo que debemos reflexionar a fondo sobre el papel que hemos de jugar los profesionales de la información en estos momentos de la delicada coyuntura nacional. Protagonistas mediáticos conocemos que publicitan tesis concretas -por ejemplo, secesionistas- como si en ello les fuera la vida, y es posible que así sea. Un claro regreso a aquel periodismo del siglo XIX, en el que los responsables de algunos periódicos eran, a la vez, candidatos, asalariados o portavoces de determinadas formaciones. No digo yo que estemos aún en eso, pero por esa vía andamos, y me parece que los resultados de las elecciones de este domingo contribuyen a avalar lo que digo.

Me preocupa, y mucho, que un tertuliano pueda ser más conocido, creíble y respetado que un científico, un abogado, un escritor, un médico. O que un político que se dedica a ello con tesón y honradez desde hace años. Me inquieta que una opción política se ponga en pie en cuatro meses, sin estructura, ni organización, ni casi otro programa que el utópico derivado de mayo del 68 (o, en el otro lado, de las teorías miltonfriedmanitas), y se coloque rápidamente en la lista de 'superventas' básicamente por el indudable carisma de un 'showman', aliado, desde luego, con un sentimiento de frustración de la ciudadanía.

No quiero que un día nos acusen a los mensajeros de ser quienes contribuimos a fabricar los mensajes. O de vociferarlos. Por lo demás, mi enhorabuena, de verdad solamente con las reticencias imprescindibles, a cuantos han sabido y podido encumbrarse gracias a nuestra alianza o a nuestra a veces rentable hostilidad.

Fernando Jáuregui

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