El informe elaborado por Oxfam Intermon, es demoledor para quiénes se encargan de gestionar nuestros impuestos. Que los españolitos de a pie aporten a las arcas del Estado 46 veces más que las grandes empresas, que las grandes fortunas, clama al cielo, y debería servir para avergonzar tanto al ministro del ramo, tan prepotente cuando habla de lo que defrauda el ebanista que no emite facturas cuando te arregla la persiana, y lo condescendientes que son cuando se trata de penalizar a las grandes fortunas, a las grandes empresas, por miedo -o eso dicen ellos- a que éstas cojan el petate y se instalen en otros países, porque ya sabemos que el dinero no tiene patria, ni honor, ni vergüenza.
Invito a los lectores a que echen un vistazo a las cifras que ha dado a conocer esta Ong, que como tantas otras trabajan a pie de calle, junto a los más necesitados, y no en grandes despachos, sentados en mullidos sillones, desde donde se toman decisiones que nos afectan a todos sin que nadie les haya elegido democráticamente, y desde donde se puede, y de hecho lo hacen, indicar a los políticos de turno cuáles son las medidas a tomar, y que más les benefician para aumentar el nivel de su riqueza.
La indiferencia ha quedado patente en las recientes elecciones
Que el Estado deje de cobrar 43.000 millones de euros ¡que se dice bien! por ese concepto, demuestra o que hay una falta enorme de recursos o que no hay ganas de luchar contra el fraude fiscal de los poderosos, lo que sitúa a España en el país de la Unión Europea con menos recursos, que de obtenerlos se podrían emplear en evitar los recortes en Sanidad, Educación, en ayudas al desempleo.
Que las personas físicas, usted y yo, pagasen casi el 92% de la recaudación total del Estado en el 2011 -bien a través del IVA, del IRPF o de impuestos especiales-, y el sector empresarial solo el 8% restante, demuestra el escaso interés de la Administración por fomentar políticas de igualdad, no solo en cuanto a derechos de hombres y mujeres se refiere, sino en cuanto a los deberes de los ciudadanos con el Estado del Bienestar.
Se extrañan nuestros gobernantes de la desafección de los ciudadanos por la política, por los políticos, por sus rimbombantes discursos sobre lo estupendamente bien que va nuestra economía. Una indiferencia que ha quedado patente en las recientes elecciones, y que puede ser más grave en las municipales y en las autonómicas, si no se intenta corregir estas injusticias, de las que día a día, y aunque sean a cuentagotas nos vamos enterando para sorpresa e indignación de muchos.
Rosa Villacastín