Una semana después de haberse firmado el acuerdo entre Rusia y China para la exportación de gas, se ha firmado el tratado que crea la Unión Económica Euroasiática (UEE): Rusia, Bielorrusia y Kazajistán. Los tres forman el grupo principal productor de petróleo y gas del mundo. Nada que objetar. No cabe subestimar la importancia política de tal Unión con datos económicos como que no implicará un crecimiento significativo porque las Uniones económicas por sí mismas tienen un significado político desde la perspectiva de una integración más estrecha en el futuro entre sus miembros. Esta unión, basada en una anterior Unión Aduanera, se parece más a un mercado común –si va a existir libre circulación de mercancías, servicios, capitales y trabajadores-, que a una organización de integración política y jurídica como es la Unión Europea pero habrá que estar a los textos y al desarrollo para saber su contenido final. Al parecer el tratado que pretendía firmar Putin era mucho más ambicioso en este sentido que el finalmente suscrito, más limitado al plano económico pero sin llegar a establecer una moneda única. Comenzará a aplicarse el 1 de enero de 201 después de que sea ratificado el tratado por los parlamentos nacionales.
El proyecto responde al deseo de Putin de unificar de nuevo el llamado espacio postsoviético
El proyecto responde al deseo de Putin de unificar de nuevo el llamado espacio postsoviético, del que se ha escapado por los pelos Ucrania aun provocando en ese país una crisis interna de resultado impredecible. De hecho ya hay una guerra en Ucrania, con operaciones militares sostenidas en contra de los insurgentes prorrusos. Otras antiguas repúblicas de la antigua Unión Soviética como Armenia y Kirguizistán podrían unirse a la nueva unión económica formándose así un bloque internacional que haría de contrapeso, junto a China, a la hegemonía mundial del grupo occidental (EEUU, OTAN, Unión Europea) de ahí la incomodidad mostrada por los Estados Unidos a esta nueva Unión. Todo esto entra en el plano de la normalidad desde la perspectiva del Derecho internacional económico pues las zonas de integración económica están amparadas en las reglas de la Organización Mundial del Comercio de la que Rusia también es parte y Kazajistán y Bielorrusia tienen la condición de observadores. También entra dentro de la normalidad en perspectiva histórica: si antes la Unión de esos países se fraguaba mediante la estructura de un Estado, la Unión Soviética, ahora se constituye como una organización internacional económica entre Estados independientes en una suerte de regreso al futuro. La Unión Europea ha marcado el camino en otros continentes como en África y en Asia en cuanto a las modalidades de integración. Ya hay una Comisión Euroasiática. Ahora hace falta esperar a ver si otros países, incluso la misma Ucrania, -o ¿Turquía?- acaban formando parte de esta nueva Unión para saber si tendrá éxito. Desde el punto de vista de las capacidades energéticas lo tienen todo, quizá sólo les falta el capital.
Julio Vives