viernes, septiembre 20, 2024
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No era momento

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Minutos después del anuncio de la abdicación del Rey y cuando éste aún no ha comparecido ante la opinión pública para explicar sus razones, se abren multitud de interrogantes acerca de nuestro futuro que, sin duda, el tiempo irá aclarando. El primero: ¿era éste el mejor momento para que Juan Carlos I dejase el trono? Personalmente, tengo muchas dudas. Pero intuyo que no.

Para empezar, creo que el Rey debía de haber abdicado hace mucho tiempo y no supo, no quiso o no pudo hacerlo. En los “mentideros” políticos (ustedes verán porqué se les llama así a los círculos por los que transcurren las especulaciones y rumores del ámbito de la política, y que tanto nos encanta frecuentar a los periodistas), se dijo, repito, que el Rey no abdicaba porque no podía hacerlo, con una crisis económica galopante que nos llevaría al borde del rescate y con el auge de los nacionalismos, especialmente el catatán, amenazando a la unidad de España.

Se dijo que el Rey quería esperar a mejores coyunturas. Su último ingreso en la clínica Quirón de Madrid, en un enclave suficientemente apartado y tranquilo de Pozuelo de Alarcón, en Madrid, y muy cerca de la paz de la Casa de Campo, le habría dado a Don Juan Carlos la tranquilidad necesaria para poder conversar con su hijo Felipe y con la Reina Sofía, que le habrían mostrado su opinión favorable a que, por fin, diera este paso, por razones de salud. Se dijo entonces que Don Juan Carlos esperaría a la celebración de las elecciones europeas, aunque en marzo hubo quien apostaba por una abdicación inminente. Rumores hubo, y fuertes, en este sentido. Rumores y más rumores.

A toro pasado, todo esto es tan fácil de decir como para los analistas económicos ha sido explicar las razones de la crisis sin ser capaces de ver previamente la que se nos venía encima. Pero repasemos, aunque sea en una mirada “de urgencia” en qué circunstancias deja el Rey su trono.

1. El país, patas arriba. Las últimas elecciones europeas han venido a revolver aún más el patio político, que ya estaba más que revuelto. Los dos principales partidos andan de saldo. El PP, en el Gobierno, esperando a que escampe el temporal y con una agenda de trabajo que ahora tendrá que reformar. Rajoy quería aguantar unos meses más, llegar hasta 2015 y convocar elecciones generales con datos consolidados de recuperación económica para poder aspirar a repetir en el poder, aunque sea en minoría, porque con los escándalos de corrupción que le salpican la “popularidad” de los “populares” no pasa por su mejor momento. Y el PSOE, principal partido en la oposición, hecho unos zorros, con un secretario general yéndose y sin saber ni siquiera cómo llegará el sucesor. Debilitado como nunca antes lo estuvo y enzarzado en disputas internas.

2. Grupúsculos populistas. Vaya por delante mis máximos respetos a los votantes de las minorías políticas, pero he de ser sincero y confesar que los partidos minoritarios que han ascendido tras los últimos comicios me inspiran bastantes recelos, especialmente Podemos, por ser la formación de moda. Y sí, los llamo “populistas” porque cuando veo y escucho a Pablo Iglesias, líder de moda en la izquierda, me parece estar viendo a un populista de libro, con todos los riesgos que supone el ascenso del populismo.

3. Ley Orgánica de Sucesión pendiente. Por no estar preparados, no está listo ni siquiera el proceso legal a seguir. En esto tiene mucho que ver el Consejo de Ministros extraordinario convocado por el Gobierno para este martes. Estoy convencido de que la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, abogada del Estado, habrá estado trabajando desde hace meses en silencio con un equipo de juristas para tener la Ley Orgánica de Sucesión, pendiente desde hace años. Pero el hecho de que el Rey abdique y la Ley no haya sido promulgada aún no me parece presentable, qué quiere que les diga. Da la impresión de que la abdicación real nos ha pillado a todos en pelotas.

4. Reforma constitucional. Tampoco está lista la reforma constitucional que acabe con la discriminación de la mujer en la Ley de Sucesión. Aunque, bien pensado, es de agradecer si miramos la trayectoria de las infantas Elena y Cristina. Pero, ya puestos a hacer cambios en la Carta Magna, ¿por qué no introducir más cambios, como por ejemplo el derecho a decidir de una parte de la población si es convocada por su Gobierno autonómico?

5. Cataluña, País Vasco… Los nacionalistas se estarán frotando las manos. Ahora, más que nunca, el Estado está debilitado.

6. Y, finalmente, algunos interrogantes: ¿Tiene que ver con todo esto el hecho de que hace tres semanas han sido aforados los Príncipes de Asturias y la Reina Doña Sofía?

¿Tiene que ver con todo esto el hecho de que la revista '¡Hola!' haya estado dedicando un lote de páginas especiales, centrales en su mayoría, a glorificar y ensalzar a los Príncipes? Repasen la hemeroteca y lo comprobarán.

¿Quizás por eso haya sentado tan mal y haya sido tan denostada la entrevista ficticia, inventada por la revista “Diez minutos” a Doña Letizia? ¿No habíamos quedado en que hacer un “fake”, una simulación ficticia para hacerla pasar por verdad, era lo “avanzado”, lo “valiente” y lo “moderno”? ¿No fue por eso por lo que tantos alabaron a Jordi Évole cuando hizo su pantomima con el 23-F, en connivencia con algunos “padres de la patria” y “periodistas” que aún hoy siguen pasando por respetables?

Carlos Matías

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