Tengo en mis manos la última novela de Nativel Preciados y que lleva por titulo Canta solo para mí, que ha sido galardonada con el premio Fernando Lara.
No he podido evitar leerla de un tirón, y no solo porque las novelas de Nativel siempre me llegan a lo más hondo, sino porque ésta en especial es un «viaje» a aquellos tiempos de la Transición, esa época en la que muchos éramos muy jóvenes y de la que guardamos unos códigos no escritos que nos identifican.
Ahora que el Rey ha abdicado y miles de personas salen a la calle no solo para pedir que se celebre una consulta sobre si España debe de continuar siendo una Monarquía Parlamentaria o una República, muchos jóvenes no terminan de comprender a quienes les llevamos unos cuantos años y sin ser monárquicos reconocemos el papel jugado por el Rey para recuperar las libertades después de la larga noche del franquismo. Sí, a los jóvenes les resulta incomprensible que haya una generación que se dice «juancarlista».
Hay que saber de donde se viene no solo para saber donde se va sino para entender lo que somos y porqué, y con eso es con lo que me he reencontrado través de las páginas del libro de Nativel Preciado, que recomiendo especialmente a todos esos jóvenes que han nacido y crecido en libertad y que cuando miran a sus padres no terminan de comprenderles.
En «Canta solo para mi» Nativel hace un retrato preciso de los años en que se soñaba con la libertad, en la que se rompían tabúes, en la que se vivía apasionadamente.
Nos encontramos con una nueva generación de jóvenes que no están dispuestos a ser deudos de sus padres, y que por tanto se rebelan con lo que están pasando.
Pero volviendo al aquí y ahora y mirando alrededor nos encontramos con una nueva generación de jóvenes que no están dispuestos a ser deudos de sus padres, y que por tanto se rebelan con lo que están pasando. No tienen compromisos con el pasado porque les están arrebatando el presente y el futuro y han decidido que ha llegado la hora de una nueva catarsis, de un cambio profundo, y por eso salen a la calle a protestar por los privilegios de unos pocos, y por eso reclaman poder decidir sobre el modelo de Estado y piden que las cosas de la política cambien y que los políticos cambien. Y algunos políticos que hace décadas eran como estos jóvenes, que soñaban con cambiar el mundo y hoy se han instalado en el sistema parecen temblar ante la oleada de indignación de quienes no se conforman con lo que les dicen es inevitable.
Y a estos jóvenes se les están uniendo mucha gente que entonces en los años de «Canta solo para mi», eran a su vez jóvenes y empujaban para cambiar las cosas, y las cosas cambiaron, pero luego llegó la crisis y de repente aquel Estado del bienestar que tanto había costado empezaron a desmantelarlo repitiendo el mantra de «porque lo dice Bruselas» o es lo que manda el «Fondo Monetario Internacional», y así se han ido recortando las becas, y la sanidad, y no hay un euro para la ley de dependencia, etc, etc, etc. Mientras tanto los casos de corrupción ocupan las portadas y las encuestas reflejan la pérdida de confianza de los ciudadanos en las instituciones, de la Monarquía hacia abajo, partidos políticos, jueces, etc. De manera que muchos de aquellos padres de aquellos años descritos en «Canta solo para mi» se han unido a la indignación de sus hijos y vuelven a batallar por el cambio, porque como dicen algunos «no era esto, no era esto…».
Solo los necios se empeñan en repetir que la abdicación del Rey no ha convulsionado a la sociedad o se niegan a ver que los ciudadanos están demandando un cambio profundo de algunos de los paradigmas que dábamos por asentados.
Hay mucha gente que quiere volver a ser protagonista de su propia historia y que no está dispuesta a que quienes escriben el guión les den el papel de comparsas o de coro silencioso. Eso es lo que está pasando. Eso es lo que pasaba en los años de «Canta solo para mi».
Julia Navarro