martes, noviembre 26, 2024
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El toro que viene

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El ministro de Defensa, Pedro Morenés, -un ciudadano sobrio de  figura y expresión-, nos ha recordado estos días la responsabilidad cívica implícita en el compromiso de todos los demócratas con la Constitución: la defensa de la unidad de España no es patrimonio de los ejércitos. «La responsabilidad -dice- es de todos los españoles, del pueblo español en su conjunto». Lleva razón. La soberanía reposa sobre el conjunto de los ciudadanos. Destacar semejante afirmación, aunque nacida del sentido común, podría estar fuera de lugar de no ser porque vivimos días de vísperas. Vísperas de un relevo en la jefatura del Estado y vísperas de anuncio de una consulta (ilegal) diseñada políticamente para servir de espoleta a un proceso que persigue la independencia de Cataluña. Que el ministro de Defensa haya dicho en voz alta lo que no deja de ser una correcta traslación del espíritu de la Carta Magna se justifica porque vivimos días de cambio que como tales llevan una notable carga de incertidumbre. La abdicación del Rey Juan Carlos -en razón, por las razones aducidas, pero origen de dudas por la fecha elegida, tan cercana al desafío separatista- invita a repasar el mandato constitucional.

La Constitución ampara y compromete a todos los ciudadanos por igual. Su defensa es tarea de todos, no exclusiva de los uniformados.

La Constitución ampara y compromete a todos los ciudadanos por igual. Su defensa es tarea de todos, no exclusiva de los uniformados. En éste asunto, el bien entendido del que hablamos remite a la substancia de la democracia, un sistema para solucionar problemas sin recurrir al uso de la fuerza (K.Popper, dixit). Creo que ese es el sentido de las palabras de Morenés. Cumple destacarlas por lo que tienen de sobria invitación a reflexionar sobre el valor de la unidad frente a la ruptura que proponen los separatistas. En términos históricos, todos los períodos de transición aparejan incertidumbre. Más si como sucede ahora, la idea de cambio lleva en la proa la exigencia de poner fin a prácticas corruptas asociadas con la política. Si se hacen bien las cosas, si hay un compromiso serio de borrón y cuenta nueva en los usos (malos) y en las costumbres (laxas) de administrar los asuntos del común, el tránsito en la jefatura del Estado no tiene por qué alterar ni la convivencia, ni el racional acatamiento de las leyes.

No hay que tener temor. La incertidumbre siempre fue el apellido del futuro. El toro que está por venir, el que se anuncia para el otoño, habrá que lidiarlo en tiempo y forma. Cumpliendo la ley,  mirando al palco pero sin olvidar que la soberanía reside en la grada. En el conjunto de los españoles.

Fermín Bocos

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