sábado, septiembre 21, 2024
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Tiempos de renovación

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Ya aullaba el lobo de la crisis en 2007. Antes bajaba a veces del monte un rato para comerse unas pocas ovejas. Luego engordaban de nuevo los rebaños. Esta vez se está quedando mucho más tiempo. A ambos lados del Atlántico dieron soluciones diferentes. En los EEUU los indicadores han recuperado los índices de 2007. En Europa no es así. Se procedió a un saneamiento sin miramientos sociales y sin incentivos para relanzar la maquinaria económica. Un grave error de las derechas europeas, pero las izquierdas socialdemócratas tampoco andan finas desde que cayó el Muro de Berlín. Desapareció entonces el espantapájaros comunista que incitaba a los conservadores a aceptar políticas solidarias en educación, sanidad o desempleo. Y a pagarlas. Los liberales dijeron que había que trabajar el doble por la mitad del sueldo para ser competitivos frente a otro espantapájaros económico: China. El capitalismo prefirió olvidar la paz social.  

En España la crisis dejó además al desnudo la burbuja del ladrillo. Dijeron también que vivíamos por encima de nuestros medios. Afloró una gran y grave corrupción. Se produjo una decreciente sintonía de la sociedad con los referentes institucionales. En las elecciones de 2011 los votantes se pusieron totalmente en manos del PP. De las crisis siempre se sale tarde o temprano “pero no de esta manera» ha sido, esta vez, el mensaje del electorado a todos al amparo de las elecciones europeas y poco a poco van cayendo naipes ahora inservibles de los castillos del pasado reciente.

Rubalcaba renuncia porque los socialistas no han recuperado la confianza popular anterior. No está tampoco claro que vayan a volver a los buenos resultados del pasado. Son los de ahora otros tiempos. También se apea en el PSC un demacrado Pere Navarro. En el PSOE federal se abre una sucesión incierta tras la renuncia de Susana Díaz que se queda a la mira en Sevilla. ¿Un acierto? Rajoy y los suyos se complacen aun ingenuamente con su ajustada victoria europea. Surgen sensibilidades políticas como Podemos y otros que no podrán ignorarse pero que no parecen estar en la realidad económica. Son más expresión de descontentos, que hay que atender, que de programas con futuro. Sin gallina no hay huevos ni de oro ni con yema. Es el capitalismo solo especulativo y desregulado el que hay que reformar. Nacionalistas catalanes y vascos ven oportunidades en el rio revuelto para su insolidaridad. Algo habrá que hacer. Se suscita el debate secundario de Monarquía o República. El momento llegará cuando, inevitablemente, se reforme la Constitución pero lo esencial es una Democracia que funcione y ello es factible con ambos sistemas. El consenso constitucional del 78 se resquebraja en el Parlamento. Deberían todos comportarse con responsabilidad,  IU incluida que solo mira, inquieta, hacia Podemos. ¿Qué pensaría Santiago Carrillo?

El Rey pasa los trastos al hijo. Juan Carlos I se baja del tren antes de subir puertos complicados y recorrer estrechos desfiladeros. Juan Carlos puede enorgullecerse del balance global de su reinado y los españoles pueden estar esencialmente satisfechos de su Rey. A Felipe VI le toca, por ahora, seguir con nosotros en el tren. Su padre simbolizó  la reconciliación con una monarquía parlamentaria y democrática. El hijo debe hacer de su reinado un símbolo de transparencia, de accesibilidad, de mayor cercanía y de cuentas claras. La educación de sus hijas es una vara de medir. Sería bueno educarlas ahora en un colegio público y no en la burbuja social de alguno privado. Si acierta en el despegue de su reinado esas banderas republicanas que le están acogiendo disminuirán. “No hay una segunda oportunidad de dar una buena primera impresión” reza un dicho anglosajón. En todo caso, jurar la Constitución, en lugar de prometer, descartando luego un acto religioso puede ser un inicio simbólico equilibrado y, consecuentemente, positivo para una accesión al Trono sin florituras de un Rey cuyo uniforme militar debiera lucir solo en los actos castrenses o en la parte castrense de los mismos.

Pero las pilas nos las tenemos que poner todos antes de que lleguen las tandas electorales de 2015. Los bisturíes policiales y judiciales deben seguir extirpando rápidamente los cánceres de la corrupción y toda la sociedad debe ser más estricta al respecto, incluso consigo misma.  La Constitución necesita importantes retoques antes de las próximas elecciones. Una Constitución que evoluciona no envejece. Tiene lugar, otra vez, un importante relevo generacional mientras que, como siempre, los tiempos cambian. Aunque faltan ahora líderes incuestionables no hay que dramatizar si bien el debate sobre la abdicación del Rey ha evidenciado la seriedad de la actual situación. Pero estamos mucho mejor que en 1975. Basta ahora con ser serios pero no será fácil. Nunca es fácil nada que valga la pena como una sociedad reconciliada consigo misma. Si, además, el lobo se marcha pronto, mejor.

 

Carlos Miranda es embajador de España

Carlos Miranda

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