Una de las consecuencias que ha traído estos días atrás la abdicación de la corona por parte de Su Majestad el Rey Juan Carlos I, a su hijo el Príncipe de Asturias Felipe de Borbón, es el debate que se ha abierto en la sociedad española jaleado especialmente desde la izquierda política de este país y por algunos medios de comunicación de ese entorno, sobre la necesidad según ellos, de un referéndum para que los ciudadanos españoles elijamos si queremos que la Jefatura del Estado continúe con la dinastía monárquica, o cambiemos a elegir un presidente de la república cambiando el modelo que hemos mantenido en estos casi cuarenta últimos años en España.
Como punto de partida sería conveniente recordar la frase que nos dejaba el actual presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, recordando atinadamente a todos los que exigen un referéndum, que el paso anterior debe ser reformar la Constitución española, ya que en ella está recogida en el título II, los poderes que se le otorga a la Corona, y en su artículo 56 como se le encomienda la jefatura del estado a Su Majestad el Rey.
Y no es baladí recordar que esa Constitución fue aprobada y respaldada abrumadora y mayoritariamente por la mayoría de los españoles, dándonos todos nosotros unas reglas de juego democráticas descritas en la Carta Magna.
Por tanto, esas reglas del juego ya nos son conocidas, y sabemos que los españoles hemos elegido y nos hemos dado una monarquía parlamentaria desde el momento en que se aprobó y refrendó la Constitución española en 1978.
La mayoría de los ciudadanos de este país prefieren que el jefe del Estado sea el Rey
Estos últimos días hemos visto algunas encuestas para conocer la preferencia de los españoles si en mantener la monarquía o cambiar a ser nuestra nación una república, y todas esas encuestas coinciden en lo fundamental que es que la mayoría de los ciudadanos de este país prefieren que el jefe del Estado sea el Rey, antes que un presidente de la República.
Ello se deberá en toda lógica al papel que desempeña en todo el mundo la figura de Sus Majestades los Reyes, de proyección exterior para España, de reconocimiento, de influencia para nuestro país, de actividades sociales y económicas con representantes españoles de esos sectores para potenciarles por todo el mundo, y un sin fin de actuaciones en favor de los intereses de España.
Solamente hay que darse una vuelta por el exterior para darnos cuentas del conocimiento y aprecio que tienen los ciudadanos de otros países de las figuras de los Reyes de España.
Simplemente hagamos un escueto análisis del grado de conocimiento que pueda existir en nuestro país sobre quien preside la República Federal de Alemania, o la República de Italia, por poner un par de ejemplos de países grandes que componen con el nuestro la Unión Europea.
Estoy convencido que muy poquísimos españoles conocerían que Joachim Gauck fue nombrado en 2012 presidente de la República Federal de Alemania, y la mayoría de nuestros compatriotas pensarían y caerían en el error de que la actual Canciller Angela Merkel ocupa ese puesto presidencial.
Pero con el ejemplo de Italia sucedería lo mismo con el grado de conocimiento que se pueda tener del actual presidente Giorgio Napolitano entre los ciudadanos que no son italianos, demostrando que el mayor referente y la imagen exterior que dan la mayoría de las casas reales está a años luz de la mayoría de los presidentes republicanos.
La Casa Real española es la que menos percibe de toda Europa
Otro de los argumentos de los que hacen gala los partidarios de la república es el coste que conlleva la monarquía, mejor harían esos críticos en ver lo que hay por esos lares, ya que para empezar la Casa Real española con sus 8 millones de euros de presupuesto al año es la que menos percibe de todas las casas reales europeas, mientras que volviendo a los ejemplos republicanos anteriores, el presidente de la república alemana les cuesta a todos los alemanes al año 20 millones de euros, y el presidente de Italia tiene asignada la friolera de 230 millones de euros.
Pero si aun así y todo, lo que les molesta entre otras cosas, a los republicanos de la izquierda de este país, es la designación monárquica hereditaria consanguínea, que comparen como se las gastan en las repúblicas que son modelo para la extrema izquierda, como en Cuba o Corea del Norte, donde los Castro y los King, sin votos ni sangre azul reinan de manera absolutista a sus anchas y sin respetar los más mínimos derechos humanos.
Por todo ello, en vísperas de la coronación de Su Majestad Felipe VI, como dicen los ingleses, que Dios le guarde muchos años.
Carlos Iturgaiz