Uno de los problemas que tendrá que abordar el próximo secretario general del PSOE es el del PSC. Sí, ya sé que el PSC es en teoría un partido distinto pero la realidad es que PSOE y PSC durante años lograron latir en la misma onda. Pero en eso llegó Rodríguez Zapatero y decidió que él tenía que dejar su huella y no se le ocurrió otra cosa que promover una reforma de Estatutos que nadie pedía si hacemos caso a las encuestas de entonces y a las hemerotecas. Y así hemos pasado de la indiferencia de amplios sectores de la sociedad catalana para reformar su Estatuto a que haya una auténtica marea pidiendo la independencia.
La verdad es que los desaguisados de Rodríguez Zapatero han sido tales que realmente sus decisiones han tenido un efecto devastador en nuestro país. Pero como no se puede enmendar el pasado hay que volver al presente para preguntarse que va a ser del PSC, porque al paso que va terminara siendo irrelevante.
En mi opinión el PSC ha traicionado a buena parte de su electorado. Su paso por el «tripartito» fue un fiasco, y mucho de los problemas de hoy en Cataluña tienen que ver con la pésima gestión que hizo el gobierno formado por el PSC, Esquerra e Iniciativa, a eso hay que añadirle el aventurerismo independentista asumido por algunos de sus dirigentes y ya tenemos el cuadro casi completo.
El alma del PSC nunca fue independentista y apoyar ahora la independencia supone dejar huérfanos al grueso de sus electores.
La realidad es que a día de hoy, el PSC no sabe dónde va, carece de liderazgo y quienes han dado un paso al frente para hacerse cargo del partido tampoco es que despierten entusiasmo.
La cuestión es que dependiendo de la deriva que adopte el PSC puede lastrar al PSOE. Si los socialistas catalanes emprenden la vía de apoyar la consulta independentistas planteada por Artur Mas, el daño que infligirán a sus compañeros del resto de España será enorme. Pero además, en mi opinión, eso les puede llevar a convertirse en un partido residual. Dejar que solo el PP o Ciudadanos defienda un proyecto común en España, es lisa y llanamente una equivocación y la muestra de como han perdido la perspectiva de la realidad los líderes socialistas catalanes.
El alma del PSC nunca fue independentista y apoyar ahora la independencia supone dejar huérfanos al grueso de sus electores. La pregunta que cabe hacerse es hasta cuando y de que manera los votantes socialistas del resto de España van a comprender y aceptar las políticas erráticas del PSC.
Por eso me parece que quién el próximo 19 de julio se haga con el santo y la seña del PSOE convirtiéndose en secretario general, tendrá que dejar muy claro a sus compañeros catalanes donde están las líneas rojas que no se pueden traspasar.
En el PSOE nadie piensa, o al menos nadie habla en público, de una ruptura con el PSC, es más, hay candidatos como Eduardo Madina que, aunque luego se han desdicho, han apostado públicamente por la consulta sobre la independencia, pero lo que es evidente es que el PSC tiene que clarificarse internamente y el PSOE que resulte del próximo congreso clarificar a los ciudadanos hasta donde está dispuesto a seguir al PSC si sale ganador su sector soberanista-independentista.
Y lo que suceda no es algo que atañe solo a los socialistas, porque durante décadas tanto el PSC en Cataluña como el PSOE en el resto de España, han sido una parte importante de la columna vertebral del Estado, de manera que lo que decidan los socialistas catalanes nos atañe a todos. Esperemos que sean capaces de reencontrarse con ellos mismos por el bien de todos.
Julia Navarro