domingo, septiembre 22, 2024
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Ay mi madre, la que ha liao….

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Rubalcaba. Uno de los políticos más completos de estos tiempos, un hombre con sentido de Estado,  gran estratega, con una cabeza llena de sensatez aunque ha cometido errores como todo el mundo, y al que se echará de menos en las filas propias y en las ajenas. 

Su paso atrás deja huérfano, o casi, a un partido escaso de grandes figuras, pero paradójicamente preocupa sobre todo en el PP, donde a pesar de los debates a cara de perro con Rajoy se le consideraba –se le considera todavía- el interlocutor más responsable de todos los posibles, con el que no era difícil de llegar a acuerdos en las grandes cuestiones, las que de verdad importan a los ciudadanos. En estos tiempos de incertidumbre ante los numerosos retos y los muchos cambios –vaya semana de dimisiones-, que Rubalcaba deje la primera línea política es muy mala noticia.

Rubalcaba no ha llevado bien las riendas de la secretaría general del PSOE

Sin embargo, a  pesar de los elogios sinceros, es evidente que no ha llevado bien las riendas de la secretaría general del PSOE. Su papel era difícil, porque se hizo cargo de la dirección tras un gobierno de Zapatero nefasto en casi todo y del que fue en parte responsable porque desde la vicepresidencia no puso pie en pared para impedir determinadas decisiones que se demostraron equivocadas. Y después no eligió al mejor equipo, ni consiguió unir un partido que iba de fracaso en fracaso.

En pocas semanas el PSOE celebra su congreso extraordinario del que pretende salir con una imagen completamente distinta, renovado de arriba abajo. Quizá excesivamente renovado, Rubalcaba apoyó la propuesta de Madina de un militante un voto -los malévolos afirman que fue el inductor-  y con ese método a lo mejor se elige al que ha calado más en la militancia pero no al mejor. Ese es el lío monumental que no ha podido o sabido impedir Rubalcaba, y en muchos de los que cuentan con más sentido común en el PSOE, no necesariamente con años de veteranía, la inquietud es evidente. Necesitan un secretario general muy sólido, pero que muy sólido, para  relanzar un partido que hace agua y que además se encuentra con que Podemos e Izquierda Unida le comen el terreno por la izquierda. 

Todos estos movimientos partidistas, más  las dimisiones, más el abandono del escaño de Rubalcaba, más el protagonismo creciente de Podemos – el libro coordinado por John Muller es de obligada lectura- más el lío de la sicav de Luxemburgo y el larguísimo etcétera de acontecimientos, no ha impedido que siguiera adelante el programa de los Reyes para darse a conocer entre los diferentes sectores sociales, ni tampoco que continuara la tramitación del aforamiento del Rey Juan Carlos. Qué disparate la actitud del PSOE con la abstención, actitud impropia de Rubalcaba. El procedimiento no ha sido el más adecuado, pero no había mucho donde elegir: cualquier otro alargaba el proceso durante meses, e incluirlo en la ley apropiada era imposible porque ya se encontraba en tramitación parlamentaria. 

El juez Castro y el fiscal Horrach tampoco han mantenido una actitud profesional como para tirar cohetes

Se ha dicho hasta la saciedad que aforamiento no significa inviolabilidad, y también que es éticamente inaceptable que sean tan viscerales en su actitud contraria al aforamiento del Rey Juan Carlos un puñado de políticos que son aforados y a los que parece absolutamente normal serlo. En fin. No es la primera vez que cargos públicos o electos no dan la talla, que demuestran escasa altura de miras.

Tampoco el juez Castro y el fiscal Horrach han mantenido una actitud profesional como para tirar cohetes: el auto de imputación del primero y el recurso del segundo rezumaban superficialidad de argumentos, lenguaje impropio en el ámbito judicial, rivalidad entre uno y otro y una egolatría que clamaba, y sigue clamando, al cielo. Han dado argumentos a los que aseguran que Castro se muere de ganas de sentar a la infanta Cristina en el banquillo de los acusados y que Horrach se muere de ganas de impedirlo, por propia convicción o porque recibe instrucciones de más arriba. Mal asunto, que además de afectar a la imagen de la Monarquía afecta a la imagen de la Justicia.

Pilar Cernuda

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