Ni la soportan sus compañeras, ni la audiencia. Antes, en sus tiempos al lado del Wyoming, la crítica la ponía como una de las grandes «esperanzas blancas». Ahora, simplemente la ponen a caldo. Su «simpatía», y ahora sus teorías venezolanas, han hecho que ya no caiga bien a nadie.
Y es que lo que le faltaba a esta chica era autoproclamarse abogada defensora de Pablo Iglesias. Lo de intentar subirse al que llaman «caballo ganador» puede terminar saliéndole caro a la chica que dejó 'El intermedio' poco más o menos que para comerse el mundo y que lo único que se está comiendo desde entonces son los mocos.
La visita de Bertín Osborne al plató de 'Hable con ellas' le sirvió de excusa para demostrar que hasta ese programa, que ya es decir, le viene grande. El cantante se lo dejó muy clarito: «No puedes hablar sin tener ni puta idea» (se refería a Venezuela, pero podía haberse referido a cualquier otro tema), y ella, en vez de reconocerlo, no se lo tomó muy a bien: «Quien habla sin idea eres tú». Sí señor, así se trata a un invitado. Lo de menos para ella era que éste vaya unas cuatro o cinco veces a aquel país y que tenga medio familia allí, mientras que ella sólo lo conoce a través de internet.
Según la presentadora, «cuando Pablo Iglesias habla de que alaba el sistema bolivariano se refiere a que alaba el sistema democrático que hay en Venezuela«. Bertín, como podría haberla respondido cualquier otro españolito anónimo, le dijo simplemente que «perdona que me descojone del sistema democrático de Venezuela».
Incluso Sandra Barneda, la única profesional de ese espacio, le dijo en un momento dado a su compañera: «¿Pero qué tipo de democracia hay en Venezuela, Bea?», momento en el que ésta, ya sin ningún temor a seguir haciendo el ridículo, afirmó que «la misma que hay aquí. ¿Se hace uso de la democracia aquí? No. Una cosa es que el sistema democrático exista y otra cosa es que se aplique». Y se quedó más pancha que el perro Pancho.
En unos segundos la Moñtáñez comparó la «democracia» venezolana con la española. Y porque no se explayó, porque si no habría metido en el mismo saco a Chávez y a Felipe VI, y hasta a la selección venezolana con la de los «matados» de Del Bosque.
La presentadora incluso se permitió el lujo de apostarle a su invitado 1.000 euros si encontraba una frase en la que Pablo Iglesias hubiera alabado alguna vez al presidente venezolano y hasta a meterse con dos profesionales del periodismo de un nivel al que ella nunca podrá llegar, ni en cien reencarnaciones: «Creo que escuchas mucho a Alfonso Rojo y Eduardo Inda (dos de los que más atacan a su «defendido»), que tienen una impunidad mediática impresionante».
Ahora ya sabemos por qué se fue Natalia Millán del programa. No fue por volcarse en el teatro, no, sino por no estar más tiempo junto a ella. Como lo hará Sandra Barneda si no se la quitan de enmedio, porque tampoco la soporta. A la que le da igual, pues ella nunca habría imaginado presentar un programa de televisión, es Alyson Eckmann, que puso fin al debate «democrático» afirmando: «Hablemos de tetas». Dónde va a parar. Eso sí es un temazo importante.
La mosca