Cuando a un político en el poder le agobian los problemas o teme el futuro, los expertos en comunicación le recomiendan que ponga en circulación una nueva historia. Un «storytelling». Puede ser un globo sonda o una cortina de humo. Tenemos un ejemplo cercano: la propuesta del Presidente del Gobierno para modificar la Ley Electoral de manera que los alcaldes pudieran ser elegidos directamente por los ciudadanos en una lista aparte de los concejales. El cambio traería consigo una segunda variable: un acuerdo entre los partidos para que el alcalde saliera de la lista más votada. Es, sin duda, un debate interesante. Pero «en abstracto», según el decir de Juan Alberto Belloch, alcalde de Zaragoza, porque, por decirlo en términos coloquiales: no venía a cuento. Nadie hablaba del asunto hasta que lo sacó a colación Rajoy al hilo de otras propuestas bautizadas por los medios afines como «medidas de regeneración» y que, básicamente, contemplan una hipotética reducción en el número de aforados. La iniciativa se dio a conocer en la sede madrileña del PP (calle Génova), tras la reunión de la cúpula del partido el mismo día en el que el extesorero del partido, Luis Bárcenas, cumplía un año en prisión preventiva acusado de un cerro de delitos que van desde el fraude fiscal al blanqueo de capitales. Esa misma mañana, el magistrado (Pablo Ruz) que instruye el sumario del «caso Gürtel» por presunta financiación ilegal del PP imputaba y citaba a declarar a Álvaro Lapuerta, el ex diputado que precedió a Bárcenas en el cargo de tesorero.
Cuando cunde el pánico ya se sabe que lo mejor es tomar la iniciativa
Si no fuera porque la política es un arte de supervivencia -a veces, ganar un día es ganar un año-, podríamos maliciarnos que todo este fuego de artificio creado alrededor de un hipotético cambio de la Ley Electoral, estaba destinado a desviar la atención de tan incómodas noticias judiciales. Pero puede que no sea sólo eso. Puede que, además, a nueve meses de las elecciones municipales y a la vista del desgaste que constatan las encuestas, en el PP se hayan encendido las luces rojas. Cuando cunde el pánico ya se sabe que lo mejor es tomar la iniciativa. En este caso, desviando la atención hacia un aspecto colateral de la vida política sobre el que nadie había abierto la boca. En sí, la propuesta es interesante, pero tiene truco. Si damos por buenos los sondeos, con la ley actual que, lógicamente, permite las coaliciones, en la próximas municipales el PP apenas conseguiría cinco o seis alcaldías de capitales de provincia.
Con la propuesta de Rajoy -qué el alcalde salga de la lista más votada-, podrían conseguir cuarenta. Si no hay segunda vuelta, más que una iniciativa «regeneradora», parece el recurso del náufrago. O una cortina de humo para desviar la atención de asuntos judiciales incómodos.
Fermín Bocos