Leí este domingo, en una de las múltiples entrevistas que estos días se hacen a los candidatos a la secretaría general del PSOE, que uno de ellos, Pedro Sánchez, dice que «la regeneración democrática pasa por la jubilación de Rajoy». Nada menos. Y temo que esta es la tónica general del pensamiento de los tres aspirantes a hacerse con el segundo partido del país, doscientos mil militantes, centenares de sedes repartidas por toda España, numerosos cargos institucionales y casi siglo y medio de historia, con luces y sombras, a sus espaldas. Veremos en qué para el debate que los tres, Sánchez, Madina y Pérez Tapias protagonizan este lunes, qué ideas nuevas aporta cada cual al debate para una nueva era. Pero, desde luego, la regeneración democrática del país no pasa por la 'jubilación' de un Rajoy que no solo ni siquiera ha cumplido aún los sesenta, sino que sigue, hasta que unas nuevas elecciones se la arrebate, o no, manteniendo una mayoría absoluta en el Parlamento.
Lo que se precisa son ideas para cooperar a regenerar esta democracia tan perfectible que tenemos.
La política española no debe hacerse a base de titulares como el que comento. Ya no. Como tanta gente, miro con interés y esperanza el debate interno en el PSOE, un debate que hemos de reconocer que abrió Alfredo Pérez Rubalcaba, que ha sabido retirarse con dignidad cuando los pésimos resultados obtenidos en las elecciones europeas del pasado mayo así lo impusieron. Me consta, no obstante, que tenía decidido marcharse desde hace al menos un año, y así se lo había comunicado en enero al rey Juan Carlos, entre otras, muy contadas, personas. Y me consta también que el monarca le pidió que siguiese y hasta que concurriese a las elecciones primarias internas previstas en principio para otoño, pero Rubalcaba se negó, poniendo en marcha un proceso que tal vez se le haya ido algo de las manos.
El caso es que este lunes puede ser un día grande para la democracia. O no, que diría Rajoy. Desde luego, hablar de la 'necesaria' jubilación de un presidente del Gobierno al que le falta año y medio y muchas cosas por hacer (esperemos) para agotar la Legislatura, me parece una salida por la tangente. Lo que se precisa son ideas para cooperar a regenerar esta democracia tan perfectible que tenemos. Y compromisos: desbloqueo de las candidaturas, limitación de mandatos, una nueva ley de partidos, reformar los sindicatos, una propuesta creíble y concreta de reforma constitucional pactada con el PP si el PP se deja, que debería dejarse. Los tres candidatos hablan de 'dar un giro a la izquierda' y de 'reformar el PSOE', pero son estos conceptos muy genéricos. Yo quiero saber si mantendrán el pacto constitucional en torno a la forma monárquica del Estado, qué diablos piensan que hay que hacer en Cataluña -donde el PSC no ha dado pie con bola–, hasta dónde llegaría en un pacto con el Gobierno del me parece que no tan 'jubilable' Rajoy. Y un etcétera tan largo como usted, amable lector, quiera.
Ante un presunto desinterés de los militantes socialistas a la hora de votar, todo el mundo dirá «si se hubiese presentado Susana»
Pienso, me temo que casi en solitario, que la presidenta de la Junta andaluza, Susana Díaz, debería haberse presentado a esta educada y casi amistosa contienda. No lo hizo alegando intereses de su región –¿por qué no iba a defenderlos siendo secretaria general del partido?–. Ahora, su sombra tutelará el partido, gane quien gane, Sánchez o Madina -a Pérez Tapias las encuestas le auguran un tercer puesto–, las elecciones del próximo domingo. Y, ante un presunto desinterés de los militantes socialistas a la hora de votar, todo el mundo dirá «si se hubiese presentado Susana». Un lastre añadido para el próximo secretario general, que no lo va a tener fácil, desde luego.
Por eso mismo, porque creo, desde una cauta lejanía, que España necesita un PSOE capaz de ser alternativa al PP –yo no quiero un partido único en la práctica, como no quiero un Parlamento excesivamente fragmentado–, espero mucho del debate de este lunes. Ya sé que habrá quien lo descalifique 'a priori', pero, en estos tiempos de 'escuelas de verano' y de fundaciones de ideas que no dan una sola, a mí me parece que el proceso que se ha impuesto a sí mismo el partido de Felipe González, de Zapatero, de Rubalcaba y también de Ramón Rubial y de tantos otros que escribieron páginas gloriosas y también negativas para la Historia de España, es un proceso que debe contemplarse con respeto. Y, espero, con interés. Claro que eso dependerá de la inteligencia, la generosidad, la sabiduría y el valor que muestren -o no– los tres hombres que aspiran a convertirse en líderes de la oposición a ese me parece que nada 'jubilable' Rajoy. Que también, por cierto, tendrá que ponerse a hacer los deberes más pronto que tarde, porque aquí las mayorías absolutas no duran para siempre y el día menos pensado llega un joven hasta anteayer medio desconocido y va y, urnas mediante, te jubila.
Fernando Jáuregui