Pedro Sánchez, Eduardo Madina, José Antonio Pérez Tapias, tres eran tres las hijas de Eva, como los tres reyes magos, como las tres carabelas -La Pinta, La Niña y Santa María-; como los tres campeones -primero, segundo, tercero-; como los tres mosqueteros o las tres deidades -Padre, Hijo y Espíritu Santo-. Es un triangulo isósceles o escaleno.
Son tres, Pedro Sánchez, Eduardo Madina, José Antonio Pérez Tapias, a cual menos agraciado, menos carismático, sin ideas férreas ni claras. Tres bustos parlantes sin oficio ni beneficio.
El debate se convirtió en una gran tumba para el PSOE, un partido potente, con solera que no se merece a tres aspirantes como estos tres señores, para convertirse en, nada menos, que en el próximo secretario general de uno de los partidos políticos más importantes de Europa.
¿Dónde quedó el conocimiento del Estado que poseía Felipe? ¿Qué pasó con las respuestas sardónicas de Alfonso Guerra? ¿Dónde están los Bono, los Borrell o los mismos Rubalcaba? Esos sí son políticos y no lo que hemos visto por mensajes estólidos y vacuos.
Lo que no alcanzo a entender es que, entre millones de votantes y miles de afiliados, no haya uno –aunque no sea más que uno- que no tenga esa raza política que hoy adolecen los políticos españoles. Lo entendería si se tratara de un partido nuevo, sin esencia, sin fuerza. Sin embargo un partido político como el PSOE, con más de cien años de antigüedad, no puede permitirse el lujo de no tener un plantel de gente competente.
Claro que, en frente, los de Génova deben de estar frotándose las manos. Con poquito que el partido socialista tuviera un líder en condiciones, podría ganar las elecciones. La ciudadanía esta muy castigada y busca castigar al Gobierno y a su partido.
Imagino que muchos se plantearán votar a un PSOE acéfalo. Eso sí, el día que tengan cabeza, esta será una de los tres del debate. Casi peor. El único que habrá ganado será el Partido Popular.
Alberto Peláez