lunes, noviembre 25, 2024
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La parábola del Espírito Santo

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La familia Espírito Santo (espírito, con o), probablemente la más poderosa de Portugal, ha representado el poder financiero portugués desde que fundara el banco del mismo nombre, el BES, en 1869. Comprometida con el poder, con los ingleses, esta familia ha sido como la mejor representación del capitalismo portugués. Un capitalismo crony, como dicen los americanos, es decir, ligado a los políticos, como suele pasar también en España. Ahora, esto se ha derrumbado como un castillo de naipes. Malas, confusas y dudosas operaciones financieras han llevado el grupo al borde de la bancarrota.

El Banco de Portugal y el Estado angoleño, a los,que BES ha pedido ayuda, se han negado a inyectar o garantizar el dinero que falta y hasta parece que los Espírito Santo están intentando atraer el Fondo Soberano de Venezuela. Lo que no deja de tener su gracia y su ironía, ya que el presidente, Ricardo Salgado siempre ha tenido el fantasma de que toda intervención pública en el banco, incluso las más obvias reglas de la UE, eran como una nacionalización encubierta (que fue lo que los militares y la izquierda hicieron en 1975, nacionalizar el banco).

Curioso es que las inversiones estén sobre todo el el inmobiliario y en el turismo. Y la consultora  KPMG resulta que les daba buenas notas. Contrasta esa laxitud con los recortes que se están practicando en pensiones y demás prestaciones y que están empobreciendo a los portugueses más modestos, que son quienes pagan la crisis. El martes pasado mismo, un taxista lisboeta me decía que, tras 42 años de descontarle para la pensión, y tras haber sido incluso soldado en Angola, hoy sólo tiene 350 euros mensuales, y la renta de su casa son 400 €. Estamos consolidando un país a dos velocidades.

Con el fin de esta dinastía tan amiga de reyes, en activo y depuestos, desde sus lares de Estoril y Cascais, termina un cierto Portugal. El problema del capitalismo tan ligado al Estado es que lo que afecta al BES contamina la imagen de Portugal. No es todo el país así, pero tiene que haber una reacción inequívoca del gobierno luso, o se corre el riesgo de identificar los disparates financieros de la cúpula del BES con toda la economía portuguesa. Lo que puede afectar a la credibilidad misma del país. Esperemos que no sea una parábola y se limite el desastre con energía y prontitud, sin adherencias políticas ni paños calientes.

Rui Vaz de Cunha

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