Jean Cau, famoso periodista y escritor francés que desde la extrema izquierda se acercó a posiciones de derechas, escribía en 1968 una «Carta abierta a los intelectuales de izquierda» en la que decía: «nosotros que fuimos los príncipes del estilo ideológico, nos hemos balanceado en medio de una algarabía que pone la impostura al alcance del primer boludo que llega, si es lo bastante avispado para esparcir, lo mismo que un calamar, en torno al vacío de su reflexión y sus propósitos, una negra nube de palabras». Hoy, los socialistas españoles, preocupados por el alcance que puede tener «la impostura del primer boludo que llega», han elegido un nuevo líder para salir de la noche oscura en que los dejó -y nos dejó a todos los españoles- la elección de Zapatero.
Un partido sin un proyecto original, integrador, capaz de ocupar el centro y la izquierda, no sólo dejaría un inmenso granero de votos al alcance de la derecha sino que puede quedar en riesgo de desaparecer.
Pero el problema del Partido Socialista no es sólo encontrar un líder ni cambiar de generación ni apartar a los viejos barones ni evitar la lucha interna. El problema del PSOE es encontrar la nueva identidad de una izquierda con capacidad de gobernar un proyecto autónomo y no sólo ser la cabeza o el segundo partido de una coalición de izquierdas «plurales«, que oscilan entre el socialismo a la venezolana y el marxismo-leninismo más trasnochado.
Da toda la impresión de que los tres candidatos -ninguna mujer- a liderar «el nuevo PSOE» están más preocupados por alcanzar el poder que por definir el papel de la izquierda en un mundo radicalmente diferente al que imagino el Pablo Iglesias auténtico. Un partido sin un proyecto original, integrador, capaz de ocupar el centro y la izquierda, no sólo dejaría un inmenso granero de votos al alcance de la derecha sino que puede quedar en riesgo de desaparecer.
Como sucede en Cataluña, si hay que optar por el independentismo, ERC lleva ventaja sobre CiU. Si hay que optar por la izquierda radical, el PSOE se quedará desnudo.
Solo ha habido marketing. Y el marketing puede llevar a un líder al poder pero no sirve para construir un programa.
Ningún candidato ha expuesto algo parecido a un programa para renovar el partido o para cambiar la sociedad. El debate territorial, la modernización de las Administraciones públicas, las políticas de empleo, el modelo económico, Europa o la desigualdad, no han tenido espacio en los programas de los candidatos.
Solo ha habido marketing. Y el marketing puede llevar a un líder al poder pero no sirve para construir un programa. Cambiar a un líder o hacer primarias, sin un debate profundo sobre el programa, las ideas y los principios puede servir para esconder un problema, pero tal vez puede crear otro mayor. Zapatero es el mejor ejemplo.
España necesita un Partido Socialista fuerte y unido, una izquierda moderna, con ideas, con programa para una sociedad compleja. Lo peor que nos puede pasar es que alcancen el poder sin nada de eso o que queden prisioneros de quienes creen todavía que la lucha de clases, el control informativo de los medios privados o la banca pública son «el futuro mejor». Un nuevo líder no basta. Ahora empezaremos a saber si el PSOE sabe dónde va o sólo ha ganado tiempo.
Francisco Muro de Iscar