Solo no es nada y lo es todo, puede ser de casi cualquier cosa, variar como varían las lenguas en la tierra, variar de color como los mares y bosques, cobrar forma con abundantes materiales… Unas hojas de banano, unas ramas finas flexibles es muchas veces lo único que necesitan para hacer un “balón”. En otras ocasiones pueden utilizar otros materiales más sofisticados: unos trozos de tela, cuerdas, tiras de piel, plástico, papel.
Pero para que este objeto, del que, en principio, solo se atisba una forma que intenta ser esférica, cobre vida, ha de vérselas en compañía de la emoción y el afán de juego, del compartir un buen momento sobre un fondo común que todas las personas que se acercan a él, poseen.
Una sola ilusión, sin fronteras, pero alcanzada de distintas formas. Usan la «artesanía» para algo que nosotros compramos de fábrica y ni sabemos sus componentes; pies descalzos sobre la arena anaranjada, en vez de botas de marcas cotizadas en bolsa; en un campo yermo en vez de campos predispuestos para ello, en otras ocasiones quitan algunas hierbas para conseguir «un campo». Un claro del bosque, una playa, una explanada del altiplano, cualquier sitio es bueno para jugar al fútbol.
Es la fuerza que mueve el fútbol, que sirve para producir tantas sonrisas alrededor del mundo, ya sea una cultura u otra, sean, altos o bajos, jóvenes o niños, hermanos o primos, todos, cuando están con la pelota, olvidan el resto, congelando el tiempo que no poseen, y haciéndolos disfrutar.
Apenas hay reglas, todos detrás del “balón”, incluso el portero, todos quieren marcar un gol.
Sus pies descalzos y deformados, son sus botas. No piden más.
Los partidos televisados de las ligas europeas y ahora el mundial marcan la hora de un alto en las tareas. Un viejo televisor alimentado por un generador o por una batería de un coche en medio del lugar más insospechado se convierte en un acontecimiento en la aldea o en el pueblo. Celebran cualquier gol, sea en la portería que sea, y se enorgullecen de los jugadores negros. Sueñan muchos con algún día llegar tan lejos como ellos.
Cuando los mayores descansan a la sombra con un calor insoportable. Lo jóvenes y los niños aprovechan que no hay tarea para jugar un partido.
Un “balón” es lo único que necesitan para encontrar un momento de alegría en su vida.
Javier de la Varga