domingo, septiembre 22, 2024
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Las obispas

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La foto tenía un poco de cartel promocional de “Los chicos del Preu”. Una colección de sonrisas de oreja a oreja, libros y carpetas bajo el brazo, el paso firme, como de aquí estoy yo, la ropa “casual”, pantalones “chinos” ellos, faldita por la rodilla ellas, las camisas remangadas los chicos, cartera al hombro las chicas, ellos con alzacuellos, ellas… también. Estos ingleses, tan solemnes para muchas cosas (inimaginable aquí la pompa y circunstancia de las visitas de la reina Isabel al parlamento de Westminster), se ponen lo primero que encuentran en el armario para decidir en un sínodo que las mujeres puedan ser obispas.

El Papa dice que «sufre» al ver que en la Iglesia se reduce el papel de las mujeres sólo «a la servidumbre»

Si al arzobispo de Canterbury de la época o a alguno de sus consejeros de cámara se le hubiera ocurrido sugerirle a Enrique VIII la idea de ordenar a mujeres como sacerdotes, el monarca de los excesos y los apetitos desmedidos habría ordenado practicar el medievo con su cabeza. Y no es que el bueno de Enrique, ultracatólico hasta la médula y azote de luteranos, por cierto, no estuviera por el I+D+i religioso, que va. La prueba palmaria es que se inventó una iglesia, la de Inglaterra, cuando Roma no accedió a darle la anulación de su matrimonio con Catalina de Aragón, que era de Alcalá de Henares. No, no es eso. Es que al Tudor las féminas le gustaban a rabiar, pero para otras cosas. El caso es que como los ingleses van por libre (circulan por la derecha, hacen cola en las escaleras mecánicas, tienen colonias…) y a lo mejor también por delante, hace ya unos cuantos años que desterraron el tabú de las mujeres con cleriman y sobrecuello y esto de las obispas no es más que el devenir natural de la cosa.

Lo de que las mujeres puedan ejercer el sacerdocio es una realidad tan asimilada desde hace años por los británicos como el hecho de que las vocaciones femeninas superan ya a las de los varones o el de que ellas son el sustento de muchas parroquias. Y hablamos de un país donde el número de los que eligen entregarse a la vida religiosa se ha triplicado en los últimos cinco años, en contraste con lo que ocurre en el resto de Europa.

Es verdad que de momento no es éste un debate que ocupe titulares en las muy católicas España, Italia, Portugal o Irlanda, pero por si acaso ahí queda el testimonio del Papa Francisco cuando dice que “sufre” al ver que en la Iglesia se reduce el papel de las mujeres sólo “a la servidumbre”.

Ojo, que los ingleses van por libre, pero este Papa también.

Dani Hidalgo

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