Acaba de producirse uno de los acontecimientos políticos más importantes de los últimos tiempos en España y es la elección del nuevo secretario general del PSOE, Pedro Sánchez Castejón. Un diputado hasta hace unos meses desconocido para la mayoría de los ciudadanos y que no forma parte de lo que Pablo Iglesias llamaría «la casta», pues en su curriculum no existe ningún dato que le hiciera acreedor a la famosa denominación del líder de Podemos. Pedro Sánchez irrumpe en el escenario sin ataduras con el pasado, lo que le permitirá emprender una etapa novísima del centenario partido de la izquierda, incluso le pone las manos libres para un posible entendimiento con los demás partidos de la izquierda española, incluido, claro, el Podemos de Pablo Iglesias. Si yo estuviera en la piel de Mariano Rajoy y sus muchachos, me invadiría la preocupación, ya que algo así es lo que estaba haciendo falta para echar toda la leña en el fuego de consunción del marianismo. Por otro lado, con esta elección se consagra el proceso de profunda democratización del PSOE, al inaugurar en España la elección del líder máximo por el conjunto de la militancia.
Y es así tanto si los otros dos candidatos pasan a formar parte de la Ejecutiva de Sánchez Castejón como si no pasan, pues el espíritu unitario está ya inscrito en la frente de todos.
A partir de este momento, no sé con qué cara los demás partidos van a seguir confiando al dedazo la designación de sus máximos responsables, ya que eso les coloca en una posición de profundo déficit democrático comparativo. La famosa regeneración democrática comienza por esa premisa o no comienza con nada. Y la generación del electo -tiene 42 años- rememora los mejores momentos de la historia de su partido, del comienzo de la etapa de Felipe González a la de Zapatero. Brilla también con luz propia la recuperación de la unidad en el seno del PSOE, que los tiempos anteriores había dejado tanto que desear. Y es así tanto si los otros dos candidatos pasan a formar parte de la Ejecutiva de Sánchez Castejón como si no pasan, pues el espíritu unitario está ya inscrito en la frente de todos. Y en el horizonte, la incógnita sobre lo que al fin hará la líder andaluza, Susana Díaz, que apoya fervientemente a Pedro Sánchez, lo que supone un gran aval, dado el carismático poder interno de la presidenta de la Junta de Andalucía. Las encuestas hablarán enseguida.
Pedro Calvo Hernando