“Y en este mundo traidor / nada es verdad ni mentira; / todo es según el color / del cristal con que se mira…» ¡Qué razón tenía don Ramón de Campoamor! Por algo este poeta es una de las figuras más destacadas del Realismo español del siglo XIX. ¡Ni que hubiera leído cómo ha tratado la prensa la noticia de las balanzas fiscales carpetovetónicas!
Un simple repaso a diferentes periódicos es más elocuente de cualquier cosa que se pueda decir sobre el reparto de los dineros por autonomías, que el Gobierno de Mariano Rajoy acaba de hacer público. Veamos sólo los titulares de las diferentes portadas para hacernos una idea de cómo cada cual cuenta la feria según le va (o quiere que le vaya) en ella:
En Madrid, el diario El País titula: “El déficit de Cataluña con el resto del país es menor del que dice la Generalitat”. El Mundo: “Los datos desmienten a Mas: Valencia es la peor tratada” y La Razón: “Las balanzas fiscales desmienten a Mas: Madrid aporta el doble que Cataluña”. La coincidencia de perspectivas de estos dos últimos rotativos sobre los diferentes temas de actualidad empieza a ser ya una costumbre arraigada.
¡Ni que Campoamor hubiera leído cómo ha tratado la prensa la noticia de las balanzas fiscales carpetovetónicas!
Caso aparte merece el diario Abc. En su edición de Madrid, titula: “Madrid contribuye al Estado el doble que Cataluña”. Pero en la de Sevilla (Andalucía es una de las comunidades autónomas que más beneficiada sale en el reparto fiscal): “Andalucía recibe del Estado 7.421 millones de euros más de los que aporta”. En la comunidad andaluza, el Diario de Sevilla destaca: “Seis comunidades reciben más ingresos per cápita que Andalucía”.
En Cataluña las cosas se de otro modo. La Vanguardia de Barcelona señala: “Hacienda admite 8.455 millones de déficit fiscal”. El Periódico de Cataluña: “El Estado certifica el déficit catalán: 8.455 millones” y El Punt/Avui destaca en catalán bien grande “No fan el pes” para destacar que no hay equidad y afirma: “8.455 millones. El Estado presenta unas balanzas fiscales hechas a medida para rebajar el déficit catalán”.
Doce medios de comunicación cuentan en quince ediciones diferentes diez puntos de vista distintos sobre una única realidad
Sin embargo, la indignación de El Punt/Avui catalán se torna en absoluta indiferencia en El Punt valenciano, siendo Valencia la comunidad autónoma que menos dinero recibe del estado por habitante y año, junto con la Región de Murcia. Mientras casi todos los periódicos se refieren desde sus más dispares perspectivas al hecho común del reparto fiscal, El Punt valenciano se limita a anunciar que en Valencia cierra la edición impresa para convertirse en un diario electrónico a partir del 3 de agosto, y que su revista Presencia «valencianizará los contenidos”.
El gratuito 20Minutos de Barcelona titula: “Cataluña, segunda que más aporta al Estado tras Madrid”, mientras que 20Minutos de Madrid: “Madrid, la región que más aporta, el doble que Cataluña”.
En el País Vasco, la prensa prácticamente ignora la noticia del reparto fiscal, salvo para subrayar en el peneuvista Deia: “Andanada contra el cupo vasco. La propuesta de modificarlo para que Euskadi pague más al Estado se cuela en la presentación del estudio de balanzas fiscales encargado por el Ministerio de Hacienda”; en Noticias de Guipúzcoa: «Madrid insinúa la necesidad de una revisión del cupo para que Euskadi pague más» y en Noticias de Álava Diario: “Madrid cuela una revisión del cupo para que Euskadi pague más”.
Es hora de que los periodistas hagamos autocrítica y valoremos nuestra complicidad con esos mismos gobernantes a los que criticamos por anteponer sus intereses partidistas
Y así, sucesivamente, cada cual a lo suyo.
En resumen: una docena de medios de comunicación cuentan en quince ediciones diferentes diez puntos de vista distintos, cuando no dispares, sobre una única realidad.
Es hora de que los periodistas, la prensa en general, tan dados como somos a opinar y juzgar sobre tantas cuestiones de actualidad, hagamos un ejercicio de autocrítica y valoremos nuestro grado de responsabilidad en la crispación de la ciudadanía y, por qué no decirlo, nuestro grado de complicidad con esos mismos gobernantes a los que exigimos “visión de Estado” y les criticamos por anteponer sus intereses partidistas.
Carlos Matías