—El nombre de la tienda con ese dudoso honor se llama «Fnac».
—¡Ah! ¿De modo que ése es el nombre de la tienda? —dijo Alicia, tratando de aparentar interés en el tema.
—No, no lo entiendes —le corrigió el Caballero mostrando su contrariedad.— Así es como se llama el nombre de la tienda. Pero el nombre en realidad es «El Corte Inglés».
—Entonces debía haber dicho: ¿De modo que así es como se llama la tienda? —se corrigió Alicia.
—¡No tenías que haber dicho nada semejante! La tienda se llama «Carrefour», ¡así es como se llama!
—¿Puede saberse cuál es esa tienda? —protestó Alicia, que estaba totalmente desconcertada.
—A eso iba justamente —respondió el Caballero—. La tienda en realidad es «Eroski».
Es curioso lo que se le ocurre a uno paseando por las tiendas arriba citadas. Y, más concretamente, lo que se le ocurre a uno paseando por su sección de videojuegos. A mí, por poner un ejemplo, se me vino a la mente ese precioso regalo que hizo Lewis Carroll a los lógicos en la continuación de 'Alicia en el País de las Maravillas'.
Ese galimatías, que no es cualquier cosa, sirvió como un admirable anticipo de la distinción —hoy moneda común en lógica, lingüística y matemática— entre lenguaje y metalenguaje, o como también se dice, entre uso y mención. Tan perdido como Alicia en aquel laberinto de sinsentidos me siento yo al ver los precios de estas cadenas y preguntarme cuál es la peor para comprar videojuegos.
Porque, desde luego, lo que no hay es una mejor. Por distintos que sean esa hipotética tienda, su apelativo, su nombre y el apelativo de éste último, a mí, como a Alicia, me viene a dar igual, todos me ofrecen lo mismo. Juegos con más de un lustro a sus espaldas al precio original.
Hace algunos siglos, en una época más romántica y aventurera, los ladrones al menos tenían la elegancia de preceder su ataque de un fiero “La bolsa o la vida”. Hoy los tiempos han cambiado, y hay que asumir con resignación que a uno pueden atacarle en cualquier lado y sin aviso alguno.
Habrá que aferrarse a las tiendas digitales y a internet, porque si no, e incluyendo a Game y GameStop varios, el panorama es absolutamente desolador. Pobre de todo padre/madre o abuelo/a que tenga que verse en la tesitura de acudir a alguna como comprador.
Cualquiera de ellos acabaría habiendo preferido tomar el te con el Sombrerero.
David Arroyo