Hace unos días me refería yo aquí a una actualidad más que degradante por dentro y por fuera de este país. Poco después salta la declaración del expresident Jordi Pujol, que colma y rebasa todas las vergüenzas, que son muchas, de este pobre país. Yo no voy a exigir grandes castigos ni nada por el estilo contra Pujol. Eso lo dirá la justicia. Lo único que ahora mismo me importa es la suprema degradación que acaba de sembrarnos el expresident, a quien muchos españoles lo teníamos situado en un lugar de privilegio en nuestro particular catálogo de valores. Otro mito al garete. Me da algo más que una vergüenza irresistible y más si pienso en las ocasiones que en mi labor profesional tuve oportunidad de tratarlo y de conversar con él. Era un personaje protagónico en la reciente historia de España. Era y es inexplicable ese comportamiento de tantos años, incluso desde antes de su entrada en el Palau de la Generalitat. Por lo que Pujol ha representado, la entrada en prisión de Jaume Matas, por ejemplo, es un suceso que me tiene sin cuidado. Matas no era nadie comparativamente, aunque eso no le exime de la máxima responsabilidad en la comisión de sus delitos.
La pesadumbre por lo de Pujol me roba el alma para enjuiciar el congreso extraordinario del PSOE y la llegada de Pedro Sánchez y la nueva Ejecutiva al poder partidario. A ellos les deseo los máximos aciertos en su difilísima labor, que tiene que ir dirigida ya a los gravísimos problemas de España y no a las cuestiones interna del partido. Creo que han acertado con esta reconducción y con este resurgimiento político, desde ese intento de borrón y cuenta nueva pero sin renunciar a sus valores «eternos» ni a lo mejor de su reciente historia. Como hace unos días planteé aquí, sigo pensando que lo que hay que resucitar es a la izquierda en general. No vaya a ser que entren en un choque que pueda ser muy costoso para la izquierda y muy beneficioso para la derecha. Estos nuevos dirigentes deben dejarse de bipartidismos y enrolarse en el futuro junto a Podemos, IU y lo que ande por esos pagos. Lo demás es la vieja historia, la babosidad del pasado, la nostalgia de lo que pudo ser y no fue. También hay que alegrarse por esa inmediata reunión de Pedro Sánchez con el presidente Rajoy, porque gobernar y controlar requiere juego limpio.
Pedro Calvo Hernando