Empieza a resultar patético el esfuerzo de socialistas y aliados sindicales por negar la mejora de los datos de empleo. Durante estos dos años se han ido agarrando cada vez a una cosa y en orden decreciente de importancia, aunque no de énfasis catastrófico. Al principio fue la negación absoluta. Todo iba a peor sin paliativos. Se seguía destruyendo empleo. Ocultando claro que lo habían dejado en caída libre. Cuando se frenó el desplome y comenzaron a aparecer los primeros síntomas de cierta mejora se clamoreó de que era coyuntural, flor estacional. Cuando la racha de bajada alcanzó lo seis meses se aferraron a que, con todo, los datos globales de afiliación a la Seguridad Social no se compadecían con el paro registrado, que ademas no era fiable porque había mucha gente que ni se apuntaba y que la EPA de enero era mala, aunque hubiera sido la menos mala en nueve años. Cuando la afiliación a la seguridad social comenzó a crecer con energía y la EPA del segundo trimestre batió récord positivos hubieron de buscarse otro mantra: era empleo precario y de ínfima calidad. Aunque resultara que los contratos indefinidos estuvieran en claro ascenso.
Ha llegado el mes de julio y el paro registrado ha ofrecido un dato global todavía más molesto. La cifra global es ya menor que la heredada hace dos años y medio del PSOE y Zapatero. A Rajoy le queda pues todavía por delante un año y medio de legislatura para ampliar substancialmente esa mejora de cifras. Y ello supone, desde luego, un serio problema para quienes aunque hayan cambiado las caras parece que no cambian de discurso. El empecinamiento en la negación de una recuperación cada vez más evidente es solo comparable en terquedad y ceguera voluntaria a la que demostraron cuando la crisis irrumpió como un torbellino en nuestras vidas y los únicos que la negaban eran ellos.
Pero dejando aparte tales bizqueras ya ni siquiera partidistas sino más bien propias de sectas el análisis de los datos de empleo de julio ofrecen algún aspecto muy positivo y por contra también alguna sombra en el camino de progreso. Sin duda, lo mejor es el aumento de afiliados a la seguridad social. Esa es la mejor noticia. Un incremento de otros 62.109 cotizantes, de aportaciones al pozo común de donde ha de salir para regarlo todo, de la sanidad a las ayudas al desempleo. Eso supone sobrepasar ya los 16,7 millones en términos absolutos y avanzar hacia esa cota de los 17 millones que se tiene por el listón necesario de sostenibilidad del sistema.
La bajada de casi 30.000 personas en las listas del paro tiene ya una lectura peor. Sin ser mala, supone una rebaja que deja la cifra total hasta 4,419 millones justo por debajo de los 4,422 del PSOE, rompe en términos desestacionalizados con 11 meses de caídas consecutivas y se esperaba que fuera algo mejor dada la marcha pujante de la seguridad social. Cuestión que hace a los responsables utilizar como un boomerang el argumento que en un tiempo se lanzó en su contra ello. Si la afiliación sube el doble de los que baja la gente que se registra en el paro ello es debido a que aumenta la expectativa de encontrar trabajo y se apunta nueva gente en demanda de empleo.
Antonio Pérez Henares