En 1991 Bush padre liberó Kuwait, invadido por los tanques iraquíes de Sadam Husein, un dictador cruel donde los hubiese. Bush padre actuó con mandato de la ONU y la colaboración y apoyo de países árabes, además de muchos otros más. No fue posible acabar con el tirano iraquí. Los árabes no lo hubieran permitido. Para ellos una cosa era liberar Kuwait y otra derrocar a Sadam Husein, baluarte frente a un Irán chií a la vez revolucionario y competidor potente en el Oriente Medio. Los árabes viven en perpetua contradicción y enfrascados en sus guerras de religión.
Los EEUU se metieron innecesariamente en un avispero, error garrafal que siguen pagando
Con el falso pretexto de que tenía armas de destrucción masiva, Bush hijo invadió Irak en 2003, sin permiso de nadie y con el apoyo alocado de Tony Blair y José María Aznar. Los americanos destrozaron al ejército de Sadam Husein, disolvieron su partido único, pusieron patas arriba la administración dictatorial y le capturaron. Acabo en la horca en 2006. Pocas lágrimas. Pero los EEUU se metieron innecesariamente en un avispero, error garrafal que siguen pagando. La guerra de Bush padre fue necesaria y tenía el aval internacional. La de Bush hijo, ni lo uno ni lo otro. Sin embargo puede uno imaginarse, once años después, que con las “primaveras árabes” surgidas en 2010 como detonante, en lugar de Bush hijo, un Irak aun con Sadam Husein bien podría estar ahora como Siria en vez de tener una democracia.
Si con Saddam Hussein los iraquíes padecían una dictadura sangrienta, los chiís con sus mayorías democráticas parecen haber actuado tan sectariamente que el país está prácticamente desintegrado con un Kurdistán al nordeste más que autónomo y en el centro suní unos yihadistas emparentados antes con Al Qaida y apoyados en su día por adineradas familias reales del Golfo. Aprovechando el caos en Siria e Irak, los yihadistas se han adueñado de vastos territorios en ambos países, proclamado un Califato. Armados, fanatizados y sanguinarios están dispuestos a todo y reinan por el terror en los territorios conquistados.
Armados, fanatizados y sanguinarios están dispuestos a todo y reinan por el terror en los territorios conquistados
Liberado Kuwait, Bush padre se volvió a casa. Tras conquistar Irak, Bush hijo consideró que todo estaba arreglado. Ingenuidad supina, porque “arreglar” eso es muy difícil. Algunos argumentarán, incluso, que históricamente siempre ha sido así allí. Obama dio por terminada la ocupación norteamericana hace tres años. Esperaba que el Primer Ministro chií Al Maliki podría administrar debidamente un Irak que contiene a suníes, chiís y kurdos. Dinamita, gasolina y fuego juntos. Sobre todo si se gobierna sectariamente. Le sustituye ahora Al Abadi, también chií al que se pide una gobernanza nacional. Washington redobla eternas presiones políticas en Bagdad para evitar actuaciones en detrimento de suníes y kurdos. Es interesante que Washington y Teherán hayan coincidido en dejar de apoyar a Al Maliki hasta entonces respaldado por ambos por diferentes motivos. Desde la llegada al poder de Rohaní en Irán la relación entre estas dos capitales ha mejorado.
Entretanto el Estado iraquí está descompuesto y polarizado. Por eso mucho territorio fue fácilmente ocupado por los yihadistas ante los que huyó el ejército iraquí cuyos suníes no quieren luchar contra los suníes del Estado Islámico y cuyos chiís no quieren proteger a poblaciones suníes. Por eso Obama está “volviendo”. Primero fueron unos 300 “consejeros” militares para Bagdad. Luego otros más a zonas kurdas y ataques aéreos al norte para facilitar que fuerzas paramilitares kurdas, Peshmergas, recuperen zonas conquistadas por el Estado Islámico. Lo que Obama quiere evitar es tener que enviar tropas de combate.
La guerra en Siria alimenta este caos del que los principales paganos, en Siria y en Irak, son civiles
La guerra en Siria alimenta este caos del que los principales paganos, en Siria y en Irak, son civiles. Es cada vez más perentorio resolver lo de Siria que lleva tiempo en una situación insostenible entre la dictadura del alauita Assad, cercano a los chiís, y una oposición inicialmente democrática y pro-occidental que ha sido luego en parte fagocitada por grupos terroristas suníes. Además de una crueldad para la población siria, la prolongación del conflicto es un motivo de polarización en Jordania y en el Líbano. Verdadera bomba de relojería para su estabilidad y la regional.
Es importante impedir que en Irak prospere el Estado Islámico y su Califato sirio-iraquí con ambiciones más amplias si no se quiere que exploten del todo Siria, Irak y otros países árabes, todo ello con consecuencias políticas (terrorismo) y económicas (petróleo) negativas para todos, Europa y España incluidas, por lo que ni la Unión Europea ni sus países miembros pueden desentenderse. Hay que ayudar, de alguna manera, y no quedarse cómodamente viendo la faena desde los tendidos altos, y a la sombra a ser posible. No queda otro remedio. Nos va algo en esto y no sirve de nada echarle toda la culpa a Bush hijo para no hacer nada. Unos lo estropean y otros han de arreglarlo. Así es la vida.
Carlos Miranda
Embajador de España
Carlos Miranda