Lo decían sus ministros antes del verano –por eso algunos nos tiramos a la piscina, había agua- y lo siguen diciendo, así que ya se da por hecho: el presidente está decidido a cambiar la ley electoral para que, explican sus ministros porque es lo que explica Rajoy, los ciudadanos puedan sentirse más vinculados al alcalde o presidente autonómico porque será el que más votos ha conseguido, no el que resulte de componendas políticas.
No le falta razón al presidente, pero cambiar las reglas de juego iniciada ya la carrera no parece lo más adecuado; podía haberlo hecho hace un par de años, cuando faltaba más tiempo para las municipales autonómicas. Aunque es cierto que provoca cierto malestar que tantos ganadores de elecciones se hayan quedado en nada por quedarse a un escaño de la mayoría absoluta o que, como ha ocurrido con Revilla en Cantabria, gobernó tras ser tercera fuerza, o que para que gobernara Antich en Baleares hiciera falta un acuerdo entre cinco partidos que no tenían nada que ver unos con otros. No es verdad lo que dicen los socialistas, que será la primera vez que un presidente cambie la ley electoral sin contar con el apoyo del principal partido de la oposición: Zapatero se sacó de la manga la famosa “ley cremallera” que ha dejado fuera de juego a tantos hombres y mujeres bien preparados y elevó a las alturas a tantos hombres y mujeres mal preparados. Pero, repito, Rajoy podía haber cambiado antes la ley, aunque es verdad que lo que propone da más capacidad a los ciudadanos a decidir sobre sus alcaldes, porque que se ha visto cada golfería… Sí, golfería, aunque cumpla con los requisitos democráticos.
Rajoy se ha pegado un buen susto con la elección de Sánchez como secretario general del PSOE
Esto va en serio. Rajoy dijo hace meses que este otoño tomaría medidas expeditivas de tipo político una vez cumplido el objetivo de enderezar las cuestiones económicas, aunque todavía queda mucho por hacer en ese terreno, y prepara una rentrée cargada de novedades en las que la reforma de la ley electoral no va a ser la única iniciativa. Además, cuentan los suyos, se ha pegado un buen susto con la elección de Pedro Sánchez como secretario general del PSOE; el presidente no se engaña y sabe que los socialistas han recibido un buen impulso, con el ánimo alto y un dirigente que ha caído bien en las clases medias, que son las que deciden los resultados electorales.
Sánchez, que a partir de septiembre tendrá que tomar ya decisiones para demostrar que también el PSOE se toma en serio esta España cargada de problemas, debe contar hasta diez antes de dar ciertos pasos. Anunciar que le va a presentar a Rajoy una lista de propuestas para que se las traslade a Merkel cuando viaje a Galicia este fin de semana es, cuando menos pintoresco, por calificarlo benévolamente. ¿Es que Pedro Sánchez no tiene otro camino para hacer llegar sus propuestas a la canciller alemana? Da un poco de cosa pensar que el líder de la oposición quiere utilizar al presidente de gobierno como “correo”… Por cierto ¿No gobierna Merkel en coalición con el SPD? Es solo una idea, por si al secretario general del PSOE le sirve de algo.
Este agosto se nos ha encogido el corazón con las noticias de ahí fuera, el ébola, la contienda tan brutal y tan desigual entre Israel y Gaza, los conflictos raciales en Estados Unidos, o la brutalidad de los yihadistas que pretenden crear su propio Estado entre Irak y Siria y están cometiendo un auténtico genocidio contra los yazidíes. Unos yihadistas que no han dudado en decapitar a un periodista de Estados Unidos y colgar el terrible video en la red, lo que ha conmocionado, nos ha conmocionado, a todos. Lo peor es que James Foley no es la única persona decapitada por los terroristas islamistas: centenares de yazidíes sufren el mismo destino, niños incluidos, con torturas previas y tormentos que provocan auténtico espanto.
Frente a los sufrimientos de otras latitudes, la contienda política es una nadería.
Pilar Cernuda