Si alguien creyó que en la confesión del ex muy honorable expresidente de la Generalitat, Jordi Pujol, había un auténtico acto de constricción, se equivocó de todas todas. La demanda interpuesta por su abogado contra un desconocido individuo andorrano, supuestamente filtrador de los datos que dieron lugar a la confesión, y sus afirmaciones de que detrás de la investigación abierta por los jueces hay motivaciones políticas que intentan poner trabas al proceso soberanista son, una vez más, el eterno mantra de «van contra Cataluña» usado de manera proclive por los políticos catalanes y, muy especialmente, por el el ex muy honorable expresidente.
¿Recuerdan el inefable episodio de Banca Catalana? Pues eso. Pero en aquel caso, evidentemente, no había mediado una confesión de parte, ni se había reconocido la más mínima culpa, ni el bochorno invadía las conciencias de todos sus correligionarios. Incluso de quienes, como Artur Mas, afirman que todo este asunto es una especie de pecadillo que no sobrepasa el mero ámbito personal y privado de Pujol.
Lo cierto es que, con las habilidades demostradas, su abogado está tratando de convertir este vergonzoso caso en agua de borrajas. Primero buscando un culpable anónimo que, a tenor de las leyes andorranas, pueda invalidad la causa por nulidad, y en consecuencia, impidiendo que los bancos Andbank y BPA, así como el gobierno andorrano, faciliten los datos requerido por comisión rogatoria interpuesta por el juez Ruz.
Datos de todo tipo: inversiones, movimientos, tarjetas de crédito, compras con cheques, etc, etc.
Todo el mundo sospecha que la famosa confesión del patriarca fue tan sólo la punta emergente de un enorme iceberg
Por otro lado, con su «demostradisimo» espíritu constitucionalista, el ex honorable, apela a la animadversión del Tribunal Constitucional contra las «causas generales» para ver si por ese derrotero se logra, también, poner más palos en las ruedas de la justicia. !Menuda cara dura!
La reunión entre la familia Pujol Ferrusola y su batería de abogados en La Tour de Carol, fue algo así como un consejo de estado en el que planificar hasta el más mínimo detalle de las actuaciones en una defensa numantina con que salir penalmente indemnes de todo estén embrolló de la confesión. Y la base de esta estrategia, además de lo señalado, es la anticipación que los hijos del susodicho hicieron al regularizar su situación antes de que hubiese abierta una causa penal contra ellos. El caso es que hoy todo el mundo sospecha que la famosa confesión del patriarca fue tan sólo la punta emergente de un enorme iceberg que flota desde hace mucho tiempo en la conciencia general catalana.
Y, a todo esto, ante tanta chorizada ¿que piensa el otro hijo, el adoptado, el hoy muy honorable President Artur Más? Visto lo visto, para que el asunto no deteriore más la imagen de la Generalitat, lo mejor que podría hacer, como ya le demandan desde diversos ámbitos políticos y sociales catalanes, es personarse directamente como acusación particular y dejar de tirar balones fuera.
Victoria Lafora