martes, noviembre 26, 2024
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Los precipicios

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Hay un cierto magnetismo en acercarse a los precipicios. Asomarse al borde para intentar descubrir qué hay más allá de lo que podemos ver, qué ocurrirá allá donde la vista no alcanza, cómo será el territorio inexplorado. Así en la naturaleza, como en la economía o la política.

Ejemplos tenemos de ello.

Europa lleva cuatro años cabalgando a lomos de la austeridad por el filo del precipicio. Desde que en el año 2010, las autoridades comunitarias, Alemania y el Banco Central Europeo decretaron que no había más credo que la austeridad expansiva, Europa no ha dejado de morder el polvo de la recesión económica y la depresión social.

Europa no ha dejado de morder el polvo de la recesión económica

La santísima trinidad de la consolidación fiscal –recorte del gasto público, especialmente del gasto social–, la devaluación interna –hablando en plata, recortes salariales– y las reformas estructurales –que no son tales, sino medidas de precarización social como la reforma laboral– no han traído más que sufrimiento a la sociedad, sin ninguno de los beneficios prometidos: el déficit sigue fuera de los parámetros previstos, la economía vive en estado catatónico, el paro ha escalado a niveles estratosféricos y la deuda se ha disparado. Lo único que ha expandido la austeridad en Europa, y muy especialmente en los países del sur como España, es la pobreza. Y ahora enfilamos el camino de la deflación y la tercera recesión.

Los defensores del dogma siguen esperando el milagro y creen ver en cada pequeño destello de recuperación la señala de la tierra prometida: estamos en el buen camino… Pero uno de sus apóstoles ha mandado parar.

Consciente del abismo al que nos enfrentamos, Mario Draghi ha lanzado la bomba: el BCE comprará activos a partir de octubre para intentar reactivar el crédito y reclama el impulso de un plan europeo de inversiones para generar actividad y empleo. Es decir, un giro de 180 grados para incentivar la demanda. De nuevo, Keynes. Lástima de tiempo perdido.

Lo único que ha expandido la austeridad en Europa es la pobreza

Otro precipicio, esta vez de naturaleza puramente política, es el que vivimos en España respecto de Cataluña.

Con respecto a la cuestión catalana, algunos llevan demasiado tiempo instalados en su propio carril, sin intención alguna de bajarse del mismo, circulando en direcciones no contrarias, sino paralelas pues conducen al mismo lugar: al precipicio. Distinto combustible, sí, pero una misma dirección: la ruptura de la convivencia.

Los unos, empeñados en impulsar una nueva ofensiva recentralizadora desde su retorno al poder, con medidas como la ley Wert, la reforma local o la cerrazón a todo diálogo sobre el autogobierno. Por no recordar los llamamientos al boicot a los productos catalanes, las mesas petitorias contra el autogobierno de Cataluña, o la presentación del recurso contra el Estatut ante el Tribunal Constitucional.

Los otros, rompiendo con su propia historia de diálogo y acuerdos, ocultando largo tiempo bajo la bandera del derecho a decidir el planteamiento de un referéndum para la independencia, hurtando a la ciudadanía las consecuencias que acarrearía tal posibilidad, vulnerando la legalidad vigente al erigir estructuras de Estado y plantear una consulta ilegal. Un 9 de noviembre de hace 25 años cayó el Muro de Berlín. Que 25 años después alguien pretenda empezar a levantar otro…

Así ha transcurrido más de media legislatura, cada uno en su carril, tensionando irresponsablemente a una población golpeada por la crisis y por los recortes sociales a que ambos gobiernos se han dedicado con fruición: en eso sí coinciden.

Es hora de frenar la marcha, abandonar el carril y sentarse a dialogar para explorar otras vías. Entre ellas, la vía federal. Como en la economía, basta ya de dogmas.

José Blanco

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