viernes, noviembre 29, 2024
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No criminalizar a los desesperados

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Que el Fiscal General del Estado se haya visto obligado a dar un toque de atención a los fiscales para evitar que estos criminalicen a las personas que actúen movidas por la desesperación provocada por la situación económica, demuestra dos cosas. Una, el conocimiento de Torres Dulce de un problema que está abocando a los que menos tienen a situaciones extremas, no solo de pobreza, también de exclusión social. Dos, consciente como debe ser de que la justicia utiliza con demasiada frecuencia, las dos varas de medir dependiendo de si quién se sienta en el banquillo es un poderoso o un simple trabajador, es tan real como la vida misma. Siendo cierto que la ley es igual para todos, también lo es que dependiendo de quién la aplique puede inclinarse hacía un lado u hacia otro, con más rigor o con menos. De ahí que sea el propio Fiscal en su Memoria del 2013 el que inste a los fiscales a que se centren y extremen el rigor en la persecución de aquellas actividades defraudadoras que causen directa o indirectamente la pérdida de trabajo o los perjuicios que ocasiona a los pequeños ahorradores.

Más claro el agua. No se puede criminalizar a una persona porque no pueda hacer frente a determinados pagos -IVA, Impuesto de sociedades, pero también el pago de la hipoteca de su casa, por ejemplo-, así como otros delitos societarios, ya que «la responsabilidad habría que atribuírsela una vez más a la crisis económica».

Montoro, obseionado porque las cuentas cuadren, está abocando a la ruina a miles de familias de clase media

Creo sin embargo que este toque de atención debería hacerlo extensible Torres Dulce en primer lugar al Presidente del Gobierno por seguir instalado en un oasis económico que solo él conoce, tal y como le espetó Pedro Sánchez en su debut como líder de la oposición. Y por supuesto al ministro de Hacienda Cristóbal Montoro, quién obsesionado como está porque le cuadren las cuentas, y en su afán recaudatorio está abocando a la ruina a miles de familias de clase media, a las persigue con la misma saña que si fueran peligrosos delincuentes. Una política recaudatoria feroz que por lo que estamos viendo no se aplica a quiénes tienen sus dineros en Suiza o en Andorra, y que tampoco está dando los frutos que esperaba. Lo que demuestra que se ha equivocado, y debe rectificar. Al ciudadano se le puede exprimir hasta la última gota, pero a partir de ahí, poco más va a poder sacar Montoro de una ciudadanía que malvive ahoga por la continua subida de impuestos, y perdida de trabajo.

En su mensaje final el fiscal insiste en que «es verdad que los últimos datos macroeconómicos parecen permitir algo de optimismo de cara al futuro próximo, pero lo cierto es que, pese a ello, una parte importante de la población sigue sufriendo en sus carnes las gravísimas consecuencias del momento». Sin duda un varapalo para quiénes se han instalado en la nube de la recuperación, olvidándose de quiénes lo están perdiendo todo.

Rosa Villacastín

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