La gente se pregunta por qué se perdió en la polvareda la denuncia del 3% formulada en sede parlamentaria por el entonces presidente de la Generalitat, Pascual Maragall, cuando denunció en febrero de 2005 que CDC, el partido de Pujol y de Mas, se financiaba con los peajes de la obra pública en la Comunidad. Es el episodio más socorrido y el más citado, sobre todo después del posterior pacto de silencio entre PSC y CDC, como prueba del nueve de que el escándalo solo se ha hecho público cuando interesaba políticamente para desprestigiar el plan soberanista ideado por Artur Mas y apoyado por los independentistas de Oriol Jonqueras (ERC).
Sin embargo las cosas suelen tener una explicación bastante más rudimentaria de lo que se dice. Dicho sea no sólo por el lance protagonizado por Maragall y el entonces jefe de la oposición parlamentaria, Artur Mas, que fue quien recibió la pedrada en persona: «Su problema se llama 3 por 100». También por otros lances que circulan como versiones conspiranoicas sobre el momento elegido para destapar el caso Pujol.
Digamos que se habla de la amnesia política del felipismo respecto al caso Banca Catalana, de la Agencia Tributaria (según Montoro, se investigaba a Pujol por delito fiscal desde el año 2.000) o, incluso, de las declaraciones públicas de la ex novia de Jordi Pujol Ferrusola, Maria Victoria Álvarez, que ha resultado ser simpatizante del PP y vieja amiga de Jorge Moragas, (jefe del Gabinete de Mariano Rajoy), que llegó a aconsejarle determinada actitud cuando aquella descubrió que su novio viajaba a Andorra con bolsas repletas de dinero.
Pero ya digo que la gente, sobre todo en Cataluña, se pregunta estos días por qué ha venido a saltar el escándalo de la familia Pujol, cuya imagen va indisolublemente asociada al nacionalismo catalán, precisamente cuando la obra predilecta del nacionalismo catalán luce más viva que nunca. Y ahí es donde se suele evocar la famosa denuncia socialista del 3 %, declamada en el Parlament el 24 de febrero de 2005 por Maragall contra el partido de Pujol, liderado por Artur Mas, entonces en la oposición. La gente se pregunta por qué el PSOE, que mandaba también en Madrid, no siguió investigando ni acudió a los tribunales.
Se admiten apuestas, pero yo me limito a recordar lo que en su día ya contó el director de «El Periódico de Cataluña», Antonio Franco, sin que los protagonistas lo hayan desmentido jamás. Maragall suelta la bomba («Su problema se llama el 3%», dijo mirando a Mas) y, al volver a sentarse, el portavoz de su partido, Mikel Iceta, hoy día primer secretario del PSC, le dice: «¿Tienes pruebas de lo que has dicho, Pascual?». Respuesta: «Lo acabo de leer esta mañana en El Periódico».
Este era, al parecer, todo el background que había sobre la corrupción en la Cataluña de Pujol. Salvo que Maragall hubiera mentido descaradamente a Iceta. No hay por qué descartarlo.
Antonio Casado