El gobierno central y algunos autonómicos están por la labor de devolver a los ciudadanos una parte del esfuerzo realizado en esta larga y dura crisis. Obviamente querríamos más sin darnos cuenta que el hecho de seguir en la política de gastar menos de lo que se ingresa es también parte de ese esfuerzo que estamos haciendo todos para mejorar a futuro. Seguir gastando más como piden algunos es empeorar más adelante, más carga de intereses que no es más que una pelota a la que se le da un puntapié que habrán de resolver los que vengan. Claro que estamos a meses de unas elecciones autonómicas y municipales decisivas en las que el PP, partido que gobierna España y casi todas las comunidades autónomas, quiere renovar y lo quiere hacer tomando decisiones que noten los ciudadanos en sus bolsillos, en forma de devolución de impuestos o en empleo. Dado que esto último tardará más en afectar a mucha gente, se ha optado por bajar impuestos. Lo ha aprobado el consejo de ministros y también algunas comunidades como Madrid, Extremadura o Castilla-La Mancha. Incluso en la Comunidad de Madrid también se toman medidas de bajadas de precios en servicios como el transporte de uso masivo. Yo, por supuesto, estoy a favor de que los ciudadanos se beneficien de estas medidas después de tanto sacrificio. Pero, no lo estoy de forma global. Hay comunidades que siguen teniendo mucha deuda y muchos gastos que no se dedican precisamente a mejorar la calidad de vida de las personas.
El Banco de España publicaba hace unos días, la deuda acumulada de las autonomías y por ejemplo, queda claro que Cataluña desde que comenzó la crisis ha multiplicado por cuatro su deuda, prácticamente el doble de lo que ha hecho Madrid. Hay que recordar que Cataluña es el 20 por ciento del PIB nacional y que Madrid es la segunda con una aportación del 19 por ciento. Y otro dato esclarecedor, Cataluña es dónde el IRPF es más alto y a pesar de eso y de las ayudas estatales, su deuda es ya el 32 por ciento de su PIB. En términos globales, cada español debe ahora mismo 21.800 euros frente a los 8.300 de 2007, razón por la que hay que seguir reduciendo el endeudamiento y que le sigue tocando al gasto de todas las administraciones hacer el esfuerzo. Los impuestos no han dejado de subir y con la mejora de la economía (actividad y empleo) se nota en la partida de ingresos. Por ejemplo, las subidas de IRPF e IVA han llevado la recaudación a niveles precrisis. Empiezan a salir las cuentas, pero hay que ir con tino y no cargarse, al calor de unas elecciones -vitales, sí- todo lo logrado hasta ahora. No todos están en condiciones de hacer lo mismo y eso también lo deben saber los ciudadanos de cada región. Unos han demostrado que saben gestionar y otros no. Esto es lo que debería valorarse.
Carmen Tomás