martes, noviembre 26, 2024
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«Yes» o «No»

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David Cameron, que esta noche no ha dormido nada, tiene muy complicado sobrevivir políticamente al referéndum que hoy se celebra en Escocia. De triunfar el Sí a la independencia pasará a la historia -y a la empresa privada- como aquel Primer Ministro bajo cuyo mandato el Reino Unido dejó de serlo después de 300 años. La Enciclopedia Británica apuntará a continuación que fue a Cameron además al que se le ocurrió convocar la consulta. Y punto final, que los ingleses son muy aficionados de siempre a dedicarle poco espacio (cuando no a ocultar deliberadamente) a sus personajes más funestos. De ganar el No, los votantes tampoco le van a perdonar ni el mal rato que les ha hecho pasar estos últimos meses ni el lío en el que habrá estado a punto de meterles. 

El ‘premier’ conservador es estos días el pimpampum de las Islas. De Europa entera. Sus críticos, multitud dentro y fuera, se han guardado las guadañas hasta que los independentistas de Salmond han empezado a asomar la cabeza en los sondeos. De repente ha dejado de resultar buena idea llamar a los escoceses a las urnas para laminar a los nacionalistas una buena temporada y aprovechando que el Támesis pasa por Londres darse un buen empujón en la carrera para las generales del año que viene.

 Y en esto que Cameron, que le ha visto las orejas al ‘Yes’ y que puede que no sea bueno en cálculo pero sí en lengua, se ha sacado del bombín un discurso que apela a los corazones y las mentes de los escoceses con una contundencia, una solemnidad y un orgullo patriótico genuinamente ‘british’. “Éste sería el final del país que alumbró la Ilustración, que abolió la esclavitud, que impulsó la revolución industrial, que derrotó al fascismo… Los escoceses no formarán parte ya de nuestras Fuerzas Armadas junto a ingleses, galeses y norirlandeses… Todo lo que nos ha hecho el país más grande sobre la Tierra, el mejor ejemplo de democracia que el mundo ha conocido jamás…”.

A muchos por aquí les parecerá la soflama patriotera de un político que se lo juega todo a cara o cruz. Pero no parece a juzgar por el tono y el gesto que la desazón de Cameron tenga que ver con perder la poltrona, que eso ya digo, parece descontado, o que la reina Isabel tenga que poner a la venta el castillo de Balmoral. Al Primer Ministro conservador lo que le mortifica es la idea de ver su país roto.

Y ahora imaginen algo así como “éste sería el final de la nación más antigua de Europa, la tierra de las tres culturas, la del descubrimiento de América, la de la lengua hablada por 400 millones de personas, la de Cervantes, Calderón, Lope, Ramón Llull y la Generación del 98, la de las Cortes de Cádiz, las Meninas y el Guernica, la de Cajal y Gregorio Marañón, la de la Sagrada Familia y la mezquita de Córdoba… el país cuya transición a la democracia fue la más ejemplar que el mundo ha conocido jamás…”.

‘Franquista, reaccionario, extemporáneo, inoportuno, rancio’… 

Y yo añado, ‘improbable’.

Dani Hidalgo

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