La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha realizado un nuevo estudio sobre la presencia de residuos de pesticidas en los alimentos. Presencia que es, precisamente, tal y como recuerda esta organización, la principal preocupación ciudadana sobre seguridad alimentaria según los datos del Eurobarómetro.
El informe de la OCU se centra en un aspecto concreto y muy importante de este problema. Un aspecto que, en el fondo, pone en tela de juicio los argumentos que suelen usar instancias oficiales -como la Agencia Española de Seguridad Alimentaria (AESAN)- para tranquilizar a la población acerca de los riesgos de ésa presencia de pesticidas en la comida.
La OCU, al hacer este informe, y es un matiz importante, no se ha fijado solo en cuantas muestras de frutas y verduras contienen estos residuos, sino en algo que acaso puede ser más «jugoso» todavia: cuantos pesticidas diferentes puede haber a la vez en cada pieza de fruta o verdura. El matiz no es baladí, ya que la ciencia sabe que el efecto de la exposición simultánea a varios pesticidas podría ser muy superior al de la exposición a pesticidas aislados.
Lamentablemente, sobre estos hechos, agencias como la AESAN, en España, o la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), a nivel comunitario, poco dicen, especialmente sobre sus implicaciones sanitarias, cuando publican sus informes sobre la presencia de pesticidas en las frutas y verduras.
Los resultados del estudio, realizado sobre seis tipos de frutas y verduras, han sido llamativos y preocupantes. Según la OCU «un 64 % de las muestras tenían dos o más pesticidas diferentes (encontramos un total de 52 tipos)» Muy por encima de los datos de la controvertida EFSA cuyos estudios encontraron que «solo» un 27 % de las muestras de frutas y verduras contienen más de un tipo de pesticida a la vez.
Los productos analizados -peras conferencia, manzanas golden, fresas, lechuga romana, tomates de ensalada y calabacines, todos comprados en diferentes comercios de Madrid – lo fueron, según explican, «por ser alimentos que suelen consumirse sin pelar» y, por lo tanto, en los que cabe esperar un mayor grado de exposición humana a tales residuos. Se analizaron 90 piezas de frutas y verduras -15 de cada clase- buscando la presencia de 350 pesticidas, autorizados y no autorizados.
Solo en un 16% de las muestras no se hallaron residuos de pesticidas. En la mayor parte sí los encontraron. Un 78% de las muestras tenían estas sustancias por debajo del límite legal y un 6% en el límite legal. Este dato podría parecer tranquilizador, pero el problema es que la comunidad científica está cuestionando hasta qué punto tales límites pueden ser realmente seguros. Y una de las razones principales de ése cuestionamiento es, precisamente, lo que muestra el estudio de la OCU y que ya se ha comentado: la existencia de varias sustancias contaminantes diferentes simultáneamente en una misma pieza de fruta o verdura.
¿Por qué es ello un problema? Pues porque los límites «seguros» de exposición a pesticidas -aparte de aplicarse para llegar a ellos ciertas metodologías cuestionadas por muchos científicos- se han basado en ver los posibles efectos que tienen las sustancias aisladas, pero no en el efecto que tiene la exposición simultánea a varios pesticidas distintos. Y lo malo es que lo normal no es que nos expongamos a pesticidas aislados, sino a una mezcla de ellos.
Diferentes investigaciones científicas muestran que la exposición a varios pesticidas a la vez -aún estando estos, individualmente, por debajo de los niveles que se considera que no tienen efecto- sí puede causar efectos.
En principio, y atendiendo a lo dicho, para aquellos que crean en la seguridad de los límites legales oficiales, solo un 20% de las muestras analizadas, aquellas que tenían solo un pesticida, deberían generarles acaso cierta tranquilidad. Pero quizás no debería proporcionársela tanta el saber que la mayor parte de las muestras analizadas por la OCU tenían 2 o más pesticidas, sin que se hayan realizado estudios ni tests oficiales que verifiquen la seguridad de tales mezclas concretas, ni establezcan niveles seguros para cada una de tales combinaciones posibles. Un 21% de las muestras tenían más de 5 pesticidas a la vez, un 11% tenían cuatro o cinco y un 32% tenía dos o tres.
Las peras estudiadas se llevaron la palma ya que, según la OCU «todas incluyen al menos 4 pesticidas diferentes y dos de ellas hasta 10 (lo mismo que de las muestras de lechuga). Una situación peligrosa»-comentan- «por cuanto podría entrar en juego el efecto cóctel, que consiste en la interacción combinada de varios pesticidas (sobre todo si tienen el mismo modo de acción) pudiendo potenciar sus efectos no deseados sobre nuestro organismo. Se trata de efectos que la EFSA está investigando pero sobre los que aún no ha tomado ninguna medida».
Por lo que se sabe acerca del «efecto cóctel», el efecto de la suma de una serie de sustancias que aparentemente tienen, aisladamente, un efecto cero, puede no ser cero precisamente.
Para la OCU «resulta inquietante encontrar más de un pesticida en dos de cada tres muestras analizadas» y ante los riesgos de la exposición combinada instan a la Comisión Europea a que «tome medidas para limitar su presencia. Al tiempo que pedimos al Gobierno que se comprometa para reducir ya el volumen de pesticidas».
No obstante, si ya es preocupante lo que cabe deducir de los resultados del estudio de la OCU, solo pensando en que en una pieza de fruta pueda haber tantos pesticidas a la vez, por desconocer los efectos de su mezcla, la verdad es que la cosa puede ser aún más compleja e inquietante. Porque, una persona, en un mismo día, puede consumir, obviamente, no solo una pera, sino diferentes frutas y verduras, cada una con su mezcla particular, generándose en nuestro organismo un cóctel aún más complejo, cuyos efectos no han sido evaluados a la hora de establecer los límites legales de cada una de las sustancias. Más aún, en nuestro cuerpo puede haber, y de hecho hay, decenas de otros contaminantes diferentes de los pesticidas, a veces con efectos semejantes, que pueden llegarnos con otros alimentos o por otras vías y que también se añaden a la «coctelera».
Es un tema que está dando muchos quebraderos de cabeza y que aún no ha sido debidamente tenido en cuenta por los organismos reguladores a la hora de establecer los límites de exposición «seguros» a las sustancias.
Por concluir y simplificar, volviendo al estudio de la OCU, este es un breve repaso de algunos de sus resultados:
Manzanas:
Sin residuos 0%, con un pesticida 7%, con dos o tres el 67%, con cuatro o cinco el 20% y con más de 5 pesticidas el 7%.
Peras:
Ninguna pera se libraba de tener pesticidas. No había ninguna que tuviese de 1 a 3, porque había un 20% que tenían 4 o 5 pesticidas diferentes y un 80% que tenían más de 5.
Fresas:
Las fresas sin residuos fueron el 7%, con un residuo el 47%, con 2 a 3 el 27%, con 4 a 5 el 7% y con más de 5 el 13%.
Lechugas:
Un 27% tenía 0 y un 20% un pesticida, un 27% tenia 2 o 3, un 7% tenía 4 o 5, y un 20% más de 5.
Tomates:
Un 27% cero pesticidas, un 13% uno, un 40% dos o tres, un 13% cuatro o cinco y un 7% más de cinco.
Calabacines:
Los calabacines tenían un 33% con cero pesticidas, otro 33% con uno y el mismo porcentaje con 2 o 3.
Carlos de Prada