Se acabó la paz y la tranquilidad. Bueno, para Telecinco. Malo, para los habitantes de la casa. Shaima, la chica del barrio ceutí de El Príncipe, está intentando, a su manera, dar juego a un concurso en el que sólo el «rollete» entre Omar y Paula estaba impidiendo hasta la fecha que se muriera para siempre.
Hasta ahora la moza era conocida por «la del pañuelo». En las redes sociales comienza a ser llamada poco más o menos que la «asesina», por una fotografía fuera de la casa en la que se la puede ver degollando un cordero con mayor cara de satisfacción que Hannibal Lecter comiéndose a una de sus víctimas.
Al parecer ella misma colgó la imagen en su Twitter el pasado año, con motivo de una fiesta tradicional musulmana, pero eso no es lo peor, sino el pie de foto en el que había escrito: «A más de uno le aría asín», demostrando que, a diferencia del cuchillo que porta, el castellano todavía no lo domina correctamente.
Desde su enfrentamiento con Mayca, también la conoceremos como la «metemierda», el apodo que le ha puesto una de las «omaítas».
La verdad es que Shaima ya aburre. No digo que no pueda dar juego a este concurso en el que suelen entrar sujetos con perfiles que no pasarían por normales en cualquier análisis psiquiátrico, pero cansa con su victimismo, con su intento de demostrar que todos los españoles son unos racistas que no la quieren.
Por mucho que venga del barrio ceutí que tanto está haciendo por Telecinco (no parece que sea recíproca la cosa), la chica ni es guapa, como Hiba Abouk, ni luce los pañuelos con tanta elegancia como la actriz, ni tan siquiera enseña nada como suele hacer ella capítulo sí, capítulo también. Y si encima Fatima es más dulce que el algodón de azúcar y ella más borde que Jesús Bonilla cuando le gastan una broma, pues ya me dirán ustedes qué atractivo tiene esta chica como para sentarse delante del televisor a verla.
No es de extrañar que una de las hermanas andaluzas se haya cansado ya de dorarle la píldora con lavadoras exclusivas para sus pañuelos y comidas especiales para que intentara animarla por haberse enfrentado a su familia y hasta a sus propios principios por entrar en 'Gran Hermano'.
De momento ya le ha llamado lo de «metemierda» y hasta «malvada», pero si sigue por este camino no es de extrañar que comenzara a llamarle cosas peores, como podría ser lo de «guarra», por dejar tirada toda su ropa por la casa. Si quiere guerra, en Mayca seguro que va a tener una buena y quizás invencible rival, ya que ésta no tiene la inseguridad de aquella, que al fin y al cabo no deja de ser una niña todavía.
Hay que recordar que la ceutí ya dejó vendido ante las cámaras a Paco, el taxista ligón, y que anda buscando un beso que Alejandra le sigue negando. La pregunta es si el resto de concursantes le habrán negado ya para siempre su amistad y si la audiencia se ha cansado tanto de ella como una servidora.
La mosca