martes, septiembre 24, 2024
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¿Embarazoso? Vergonzoso

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“Si una mujer se queda embarazada y no se la puede echar durante los once años después de tener a su hijo ¿a quién contratará el empresario? Prefiero a una mujer después de los 45 años o antes de los 25, porque, por el medio ¿qué hacemos con el problema?”.

Son palabras de Mónica Oriol, la presidenta del Círculo de Empresarios. Una vieja conocida: la misma que defendió pagar menos del salario mínimo interprofesional –ese que el Gobierno ha vuelto a congelar por segunda vez en tres años, algo que nunca había sucedido en democracia– al millón de desempleados sin cualificación “aunque no valgan para nada”. Palabras que retratan a una persona pero, sobre todo, que retratan una época y una manera de pensar incrustada en una parte de la sociedad de este país que se niega al avance de los tiempos.

Esa parte minoritaria, pero ruidosa y poderosa, que ha jaleado la muy retrógrada ley del aborto impulsada por el presidente del Gobierno y que se ha visto obligado a retirar por mero cálculo electoral ante el rechazo inmensamente mayoritario de la sociedad española a volver a tiempos pasados vergonzosos y vergonzantes: los tiempos de la pata quebrada, de la minoría de edad de la mujer en casa al cuidado de la familia.

Volver a tiempos pasados vergonzosos y vergonzantes: los tiempos de la pata quebrada, de la minoría de edad de la mujer en casa al cuidado de la familia

Sí, esa parte de la sociedad no entiende que la sociedad en su conjunto ha cambiado y que las mujeres se han liberado del yugo del paternalismo machista para vivir, estudiar, trabajar y emprender sus proyectos de vida en pie de igualdad con los hombres.

Son mentalidades como esas las que ayudan a comprender que la tasa de empleo femenina siga siendo inferior en España a la media europea, que los salarios que perciben sean alrededor de un 20% inferiores a los de los hombres a igual trabajo o que haya un porcentaje tan bajo de mujeres en puestos directivos.

Pero también ayudan a entender un fenómeno incluso mucho más grave: la baja natalidad en España, que está detrás de la crisis demográfica que padece nuestro país, a la que no ayudan ni declaraciones de este tipo, ni la mentalidad que las alimenta ni las políticas emprendidas desde un Gobierno que dice defender a la familia pero cuyas medidas van en contra de la mejora de las posibilidades laborales de las mujeres.  No, el problema no es la maternidad: el problema es la falta de natalidad y de políticas y medios que ayuden a la conciliación de la vida laboral y familiar.

No, el problema no es la maternidad: el problema es la falta de natalidad y de políticas y medios que ayuden a la conciliación de la vida laboral y familiar

Con sus palabras, con sus estereotipos, Mónica Oriol hace daño a todas las mujeres, pero especialmente a las mujeres jóvenes, la generación más y mejor preparada de nuestra historia, que despunta en universidades y mundo laboral por su talento y cuya maternidad algunos ven como un problema. Los mismos que ven cualquier derecho laboral como un problema, ya sea la baja por maternidad o paternidad, como la indemnización por despido o el cobro de la prestación por desempleo. Como si los ciudadanos no sufragaran tales derechos con sus impuestos.

Francamente, poco importa que, como en ocasiones anteriores, Mónica Oriol haga matizaciones o pida disculpas. A fin de cuentas, el problema de esas declaraciones no es de forma sino de fondo.

Sinceramente, alguien debería plantearse si esa es la imagen fiel del empresariado español o, siquiera, la imagen que quiere transmitir la clase empresarial reunida en el Círculo de Empresarios. Lo segundo me preocuparía lo justo. Lo primero sería extremadamente preocupante. Esperemos que quien calla no otorgue.

José Blanco

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