Era el representante de las genuinas esencias del socialismo, con un carisma extraordinario, capaz de poner firmes a empresarios, gobiernos y por supuesto a los suyos. Sí, José Ángel Fernández Villa era el socialista por excelencia, un mito entre los mineros, un referente para todos los socialistas.
Y de repente, el mito se hace añicos. Al parecer el sindicalista más poderoso de las últimas décadas, el hombre que mandaba en el SOMA-UGT, resulta que se ha acogido a la amnistía fiscal para aflorar casi un millón y medio de euros.
En el PSOE están anonadados, sobre todos los que tienen más años, los que le tenían por un ejemplo. El mazazo ha sido igual de contundente para los ugetistas. El sindicato está encajando el escándalo de los ERES en Andalucía donde algunos de sus dirigentes están implicados. Un escándalo que ha dejado el prestigio de UGT malparado y ahora por si fuera poco estalla algo peor, nada menos que el hombre que tenían por mito, al que veneraban por su rectitud, por su dureza a la hora de defender los intereses de los mineros, por su capacidad de presionar y negociar pero también de llegar a acuerdos siempre beneficiosos para los trabajadores. Fernández Villa estaba ya en la historia de UGT y del PSOE como uno de los grandes. Por eso ahora la consternación es inmensa y la pregunta que la familia socialista se hace, es si detrás del carisma del que ha sido uno de sus dirigentes más apreciados, solo había impostura.
Javier Fernández, presidente de Asturias, y otro de los puntales del socialismo español, ha expulsado a Fernández Villa del partido. Ni un segundo ha tardado en hacerlo siguiendo la senda emprendida por el nuevo secretario general del PSOE Pedro Sánchez de no dar cobijo a nadie que este manchado por la sombra de la corrupción.
La expulsión ha sido tan fulminante que es lo que ha impresionado a los militantes de UGT y del PSOE. Nadie ha salido a defenderle, nadie ha roto una lanza a su favor, nadie ha apelado a la presunción de inocencia, simplemente le han echado, ya no forma parte del que fuera su sindicato y su partido durante tantas décadas.
Muchos socialistas se preguntan, que si Fernández Villa no es lo que parecía entonces es que este país está realmente enfermo por la corrupción.
Ahora, José Ángel Fernández Villa tiene la obligación moral de explicar a los suyos de donde ha salido ese millón y medio de euros que no había declarado al fisco, aunque con la amnistía fiscal los haya aflorado. Mientras en el suelo quedan los pedazos de uno de los últimos hombres-mitos.
Julia Navarro