Yo diría que los astros se confabulan para conducir a Podemos al paraíso. Lo pensaba ya antes del estallido de la última bomba de la descomposición del régimen de la casta, que dirían ellos, el inmenso escándalo de las tarjetas fantasma, con la implicación y baja voluntaria en el PP de Rodrigo Rato. Si el fin de semana este país vivía pendiente de la asamblea de Podemos, el comienzo de la nueva semana vive excitado con el asunto Rato, aunque Blesa le gane en masa dineraria detraída de Caja Madrid/Bankia. La gente recibe cada escándalo corruptivo con más indignación que el anterior (Gürtel y paralelos, Pujoles, Urdangarines, alcaldes y alcaldesas, presidentes y ex autonómicos, siempre de lo mismo). Antes de que el infinito se quede sin estrellas, los astros se pronunciarán de modo definitivo. Pablo Iglesias, seguro de que la podredumbre del sistema le llevaría a la Moncloa, en los dos últimos meses no deja de confirmar que la conjura astral está descaradamente de su parte y no lo puede disimular.
No estoy dudando de los méritos propios de los impulsores de Podemos ni de que en cualquier caso caminarían rumbo a la Moncloa. Simplemente trato de explicar que esos chicos no imaginaban que, tras el susto de las elecciones europeas, los de la casta, sobre todo pepera, iban a meter tales acelerones en el coche de Podemos. El asunto de las tarjetas venía a ser el peor de todos por la sencilla razón de que implicaba, como nunca se vio antes, al conjunto de lo que llaman régimen del 78, sin faltar ni una sola de sus piezas. Eso daba pie a que la enorme y preexistente alarma social, activada desde los días iniciales del movimiento del 15-M, adquiriese unas dimensiones estratosféricas con el acorazado Bankia/Rato/Blesa/Resto de piezas del sistema. Es la plena confirmación del desfondamiento y ya es más que ridículo ese intento de desacreditar a los de Pablo Iglesias con las imbecilidades del populismo, los bolivarianos y no digamos lo de filoetarras. Como si no hubiera motivos reales de crítica a estos muchachos. Pero yo no les daré pistas.
Pedro Calvo Hernando