lunes, noviembre 25, 2024
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Giovanni di Lorenzo, director de Die Zeit, Premio Diario Madrid de Periodismo

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Hace unos días, el periodista alemán ha recibido el XIII Premio Diario Madrid de Periodismo por su labor al frente del prestigioso semanario hamburgués. La Fundación prosigue así su tarea de valorar lo que hay de mejor en esta profesión. Los periodistas buenos nos orientan y enseñan, como señalaba su presidente, Miguel Angel Aguilar; sobre todo ante una situación de información excesiva, del tropel de medios que se parece a la de “una inundación donde la gente puede estar con el agua al cuello pero, paradójicamente, sin agua potable que beber”.

En el acto estuvieron presentes Benita Ferrero-Waldner, ex Comisaria Europea, Carsten Moser, veterano periodista, y Miguel Angel Aguilar. Ofició como “sergeant-at-arms” el director, José Vicente de Juan.

Di Lorenzo, padre italiano, madre alemana, se nos aparece como una de esas mezclas geniales que ocurren en Alemania, algo así como el Tonio Kröger de Mann, con la sensibilidad del sur y el rigor del norte. Con un sobrio traje gris oscuro, serio pero con talante amable, agradeció el premio y nos brindó una intervención genial y creativa.

Dirige desde hace más de diez años, Die Zeit, periódico en papel, que vende más de medio millón de ejemplares y cuya tirada ha aumentado. Su fórmula –no hay recetas mágicas, nos recuerda él-, artículos serios, largos en general, con un gran respeto a la inteligencia del lector y dándole elementos para formarse su propio juicio.

En época de cambios, a pesar de la crisis económica y la competencia de los medios digitales –la “tormenta perfecta” en opinión de Moser-, Die Zeit ha logrado consolidarse si bien, como reconocía Di Lorenzo, el panorama es muy volátil y entre ganar y no ganar dinero con un medio periodístico hay sólo una delgada línea.

La prueba de las dificultades económicas a la que se enfrentan todos los medios nos la daba el famoso Harper’s Index de este mes de octubre: en Estados Unidos, la inversión en publicidad en aparatos móviles será mil millones de dólares más que la realizada en periódicos tradicionales en 2014.

Di Lorenzo dice que hace una década había un ambiente de pánico en Die Zeit. Todo parecía abocado al ocaso, al fin de los periódicos en papel. Han logrado remontar la situación y vender más.

De su experiencia, el Redactor Jefe descarta recetas milagrosas y nos apunta diez “mandamientos” que modestamente sugiere y para cuya reproducción en ED me ha dado personal y amablemente permiso:

No desacreditar tu propio producto. Es decir, no ser derrotistas, no desanimarse.
– Valorar bien tus propias debilidades, tu nivel de oxidación. Ser capaz de ver los propios defectos, que a veces han llevado a los medios a su propia decadencia o desaparición, no echar la culpa al contexto, a factores externos, hay responsabilidades propias.
– Orientar, enseñar, facilitar elementos de juicios al lector. No manipular. El lector sabe, es inteligente.
– Cooperar, encontrar el equilibrio entre el papel y el digital, sin perder el espíritu de la marca (aunque el 80% de los ingresos del semanario alemán proceden del papel).
– Aprovechar los tiempos de cambios para adaptarse, para adelantarse. Los periodistas, dijo Di Lorenzo, son auténticos sismógrafos. Por ejemplo, en Die Zeit, la sección ‘Creer y dudar’, sobre religión, ha tenido un gran éxito, así como la sección de noticias locales.

– No perder a los lectores tradicionales (a pesar de todos los cambios, el 90% de los lectores de Die Zeit aprecian, curiosamente, que es el mismo periódico –a  pesar de haber cambiado mucho-, es decir que el sello se mantiene, es reconocido).
Ser flexibles, pero sin diluir la marca pues como ha señalado el filósofo Habermas, la prensa es la columna vertebral de la política.
– Ser políticamente relevantes, pero tratar de ser diferentes, distintos.
– No inventar un nuevo escándalo cada semana, lo que es agotador, sin rehuir la investigación y la controversia.
– Nadar contra corriente y luchar así por la libertad de expresión. Atreverse, osar.

Benita Ferrero-Waldner estuvo contundente en la defensa de los valores de la civilización occidental cuales son la tolerancia y la libertad, sobre todo en tiempos en que hay una real amenaza del populismo, de un lado, y del fundamentalismo; trajo a colación a Mariano José de Larra y su sentido liberal (muy a propósito pues estábamos en la calle Larra, en la antigua sede de El Sol).

Sólo nos queda lamentarnos por no leer alemán y no poder disfrutar de ese semanario tan ilustre y enjundioso que es Die Zeit, el tiempo.

Jaime-Axel Ruiz Baudrihaye

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