martes, noviembre 26, 2024
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De obligada difusión

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Éstas eran las tres palabras que acompañaban los comunicados de Prensa que procedían, o bien de los gobernadores civiles de la provincia, o bien de la propia Dirección General de Prensa, que de soltera, y de manera mucho más apropiada, se denominó Dirección General de Propaganda. Hablo de la Dictadura, un tiempo que un par de generaciones de españoles ha estudiado en los libros, pero no ha vivido. Creo que vivir la Dictadura fue una condición indispensable para la Transición, a la vista de la alegría y la banalidad con que muchos ciudadanos se enfrentan a los acontecimientos políticos, como si el sistema fuera una estufa de hierro fundido y lo resistiera todo, desde las altas temperaturas de la corrupción hasta la descarga descuidada desde lo alto, olvidando que incluso el hierro fundido se quiebra.

Me he acordado de esa indicación nada cortés -«de obligada difusión»- en cuanto me he enterado de la determinación de Artur Mas para que los medios privados audiovisuales difundan, con entusiasmo y gratuidad, las indicaciones que Artur Mas considera pertinentes, porque hay momentos -lo comprendo- en que el político, sobre todo el político con tentaciones totalitarias, no se fía nada de los periodistas y su natural irresponsabilidad. Franco pensaba lo mismo, pero ahí estaba la Secretaría General del Movimiento para recordar a los periodistas la diferencia entre lo importante y lo superficial, y lo importante eran siempre las consignas emanadas de quienes sabían muy lo que le convenía al pueblo.

Comienza uno por pensar que interpreta lo que es bueno para el pueblo, los pelotas de alrededor lo corroboran con entusiasmo, y te empieza a cabrear que haya estúpidos en los medios de comunicación que no tengan las cosas tan claras como las tiene el caudillo.

Así que Artur Mas, consciente de que tiene razón, ha echado mano de un artículo de la Ley Audiovisual, que se promulgó hace diez años, y que en esos diez años jamás se tuvo necesidad de emplear. Ahora es ese momento de emergencia en el que es necesario. Y los periodistas deberán programar las consignas del caudillo para que el pueblo no se distraiga con la libertad. ¿Libertad, para qué? Le dijo Stalin a Fernando de los Ríos en 1920. Artur Mas lo sabe. También lo sabía Franco.

Luis del Val

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