A ver; es que resulta que ya nadie confía en la regeneración democrática ni en los pactos a los que puedan llegar los partidos de siempre para acabar con la corrupción; es que por más que se les ha advertido, no han hecho ni puñetero caso y hasta en plena crisis económica, en plena penuria, han seguido robando no pocos y no poco y el resto callados, mirando hacia otra lado, esperando a que la Justicia sentenciara y presumiendo la inocencia como está obligado en Derecho. Pero el problema no estaba en las instrucciones judiciales -lentísimas: nueve años, diez, doce- de todos esos escándalos ni estaba en los sinvergüenzas mangantes de muchas formas: comisiones, tarjetas, sobresueldos, indemnizaciones escandalosas, puertas giratorias, cajas B, artificios contables, EREs que no lo eran, entramados financieros, desvío de fondos, pintorescas fundaciones… ¿para qué seguir? El problema es que la corrupción se ha incrustado ya en el sistema y bancos, partidos-de-toda-la vida, sindicatos y patronal comparten la rapiña y la inmoralidad sin que nadie, desde dentro, haya dicho hasta ahora ¡ya está bien!
Demasiado tarde para asustarse y tomar «medidas drásticas» que ni siquiera lo son: ni el PP se atreve con todo lo que tiene ni el PSOE hace nada por explicar lo suyo. Claro, expulsar a los trincones en 24 horas queda bien pero ¿qué pasa con los EREs de Andalucía y la caja B de PP? De eso mejor no hablar.
La alternativa a aquí es Podemos que nació por consejo de los partidos de toda la vida
Y ahora se asustan no tanto por la inmoralidad y la impunidad en la que han vivido; no acollona la vergüenza de lo que está pasando sino los resultados de las encuestas que anuncian el final de una era como ya ocurriera en Italia cuando los partidos-de-toda-la-vida tuvieron que salir por piernas hacia el exilio para no dar con sus huesos en la cárcel. Y de aquel desastre nació Grillo o Berlusconi. El panorama no es muy alentador.
La alternativa a aquí es Podemos que nació por consejo de los partidos-de-toda-la-vida que en plan patriarca decían a los del 15-M que se integraran en el sistema para cambiarlo. Pues unos lo han hecho y ahora les entra el miedo; un miedo comprensible porque los de siempre ven peligrar su particular partitocracia y a otros el modelo que propone Podemos no lo vemos creíble, no lo vemos viable y nos parece tan malo su remedio como la gangrena en la que han convertido los históricos esta democracia.
Y ya no hay tiempo. Muchos dijimos hace demasiado que la única forma de salvar los muebles era desde dentro de los partidos mismos, pero ya se ve que no. Ni Rajoy ni Sánchez, ni Mas ni Cayo Lara van a hacer nada y en sus bases nadie va a levantar la voz aunque la próxima vez cambien la papeleta antes de ir a la urna. Sinceramente, no veo ninguna solución. La regeneración que tantos pedimos hace tanto tiempo, es ya imposible desde dentro. ¿Reforman la Constitución? Vale, pero ¿para qué exactamente? ¿Con qué garantías reales de transparencia? ¿De verdad algún partido está dispuesto a resucitar la separación y la independencia de los tres poderes? Me gustaría ser optimista, pero lo que hay es ya irrespirable y lo que puede venir tiene una música pegadiza pero una letra imposible.
Andrés Aberasturi