sábado, noviembre 23, 2024
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Un paseo por los espejos

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Un asunto a media tarde no parece irremediable. Hay tiempo, todavía, y esa es una de las bellas mentiras. Con algo de sol y la sombra haciéndose un hueco sobre el césped, el momento inocuo de la sobremesa, está siendo la hora en la que juega el Madrid. Quizás influya eso en la ligereza con la que le fluye el fútbol a estos jugadores. Van tallando pequeñas catedrales que se desvanecen con un soplo y, cuando la jugada queda muerta, al otro lado del campo surge el balón llevado en secreto por uno de los centrocampistas, que se para, o lo contrario, o quizás revise el mapa de calor de Cristiano que deja una estela esponjosa, como si fuera más una nube de probabilidades que un jugador de fútbol. Algo así ocurrió en el primer gol. Pero nada hay escrito en un equipo que está integrando todas las culturas futbolísticas; también la del error, con laterales que no son una locura en la presión, pero que tienen un radar cuando sienten que al jugador que tienen enfrente está a punto de caérsele el balón de los bolsillos. Que cómo ha conseguido Ancelotti transformar el instinto en una razón pequeña para cada momento del juego, pregúntenselo a él. Su efigie en la banda tiene siempre una respuesta concreta y antigua, lejos de los laboratorios que calcifican el fútbol, y adecuada para el equipo de los reyes. Los que aran con azadón de plata.

Luego llegará el resto de la tarde y las comparaciones. No es fácil estar a la altura de lo que en el campo se expresa. No hay asesinato ni violencia, excepto en el grito de Ronaldo. Pero hoy tampoco fue así. Era el principio del partido y el Granada no quería echarse por ningún precipicio. Estaba Caparrós en banda y eso significa un equipo que con dos palos y un truco de guión, se planta en el área con la velocidad silbando en los oídos. Carvajal persiguió la pelota como un perro de presa acecha una liebre; esperando su tropiezo para matarla con un golpe seco. El lateral mostoleño tiene una cualidad: la rectitud de sus envíos rasos. La bola le llega a Karim que está en la mitad del área y abre para Cristiano que llegaba como una onda y se concreta en un golpeo silencioso y mortal. 

El resto del partido se jugó en el patio de Modric, que lleva el balón atado por una cuerda y provoca pequeños resurgimientos a su alrededor. Benzema a veces parece un paisano que va contra la corriente de la jugada, avanza con el balón controlado hacia atrás seguido por la defensa y deja un hueco enorme por el que se cuela medio Madrid. De la unión de los dos y la ortodoxia de James, que siempre aparece en el vértice para decantar la pelota hacia el espacio, surgió una morosa pared a cuatro bandas con barroquismo de Cristiano, que terminó con un disparo de Carvajal a las nubes.

-Es inconcebible!, exclamó un varón de raza blanca. Tenía toda la portería para él, si esto es Europa, nos vamos a la calle.

En la tele, el juego seguía por los mismos parámetros. Las pequeñas delicias del Madrid, y contras del Granada, que no se acababa de creer que le dejaran utilizar el balón y lo acababan perdiendo de forma lamentable. 

-Inaudito, volvió a repetir el hombre agitando el puño. Este Madrid perdona, y no está la vida para perdonar a nadie; dejó caer echándole un vistazo a la camarera.

 A la salida de un saque de banda, Karim abría los cajones del área con una dejada de tacón, y James  la convirtió en un gol tan infantil como la sonrisa de su celebración. Fue algo así como el esbozo de una jugada. Todo el bar estalló alborozado. Incluso el hombre que rumiaba comenzó a aplaudir aunque paró de pronto, avergonzado.

-Bueno, esto te sale una vez, y ya. Pero falta estructura, eh? Que no consiste en hacerlo lo más bonito posible. Eso luego no te sale.

Musitó el hombre un monólogo larguísimo que duró todo el partido, en el que puso en solfa todos los defectos del Madrid, reales o inventados, como la endeblez defensiva. Todo es endeble, soltó dándole un golpe al aglomerado de la barra. No parecía tal sobre el césped. El Real tiene una defensa que se va cerrando sobre el balón, hasta que el único camino que le queda el atacante es pegarse de frente contra los centrales. Incluso Casillas ha dejado su fase otoñal, que parecía definitiva, y los balones vuelven a estrellarse contra su cuerpo. El hombre aprovechó la parada de Iker para hacer una defensa cerrada del portero contra las hordas que lo acosan. Satisfecho de que la realidad le diera la razón, pontificó sobre el juego de toque y la resurrección, a pesar de que las jugadas de gol del madrid, desde su origen hasta su concreción, fueran un tiempo condensado y brevísimo de fútbol puro, esencial. 

Isco perdonaba un par de veces, tropezándose con la bata de cola con la que le han bautizado. Pero el hombre no atendía al partido, seguía dándole a la rueca de sus frustraciones. Fingiendo ir contra la corriente, penosamente, clamando con gravedad, como si estuviera remontando un río lleno de cadáveres. Ser español es tener una postura frente al mundo. La forma patria de vestir el fantasma de la libertad. Marcelo lo hace más fácil. Es descomplicado y su falta de prejuicios le ha devuelto al genio. Da igual lo atascada que pueda estar la jugada, que el brasileño siempre será una opción. Con él y con Isco, siempre hay una bifurcación de más, un momento en el que todo se para y vuelve a ocurrir. El tercer gol llegó cuando el Madrid había soltado las riendas. James desde la banda encontró a Cristiano pivotando sobre sí, que había olido a Benzema danzando por la línea del área. Se la dejó de tacón y Karim envolvió la bola como si fuera un pez y la dejó con dulzura en el otro lado de la portería. Donde nunca está el arquero.

Ya no hubo más que idas y vueltas en el partido. Carvajal hizo un esfuerzo de más y se rompió como los hombres. Los contrarios pudieron aliviar su desencanto pescando el gol de la consolación, pero lo que llegó fue el cuarto del Madrid, en una contra comandada por Karim a la que James le puso la puntilla. Todos se abrazaron y hubo paz para el resto de la tarde.

Granada, 0 – Real Madrid, 4

Granada: Roberto; Nyom, Babin, Murillo, Juan Carlos; Foulquier, Iturra, Eddy (Javi Márquez, m.46), Sissoko; Jhon Córdoba (Rochina, m.65) y Success (El Arabi, m.50).

Real Madrid: Casillas; Carvajal (Arbeloa, m.38), Pepe, Ramos, Marcelo; James, Kross, Modric (Khedira, m.75), Isco (Illarra, m.83); Cristiano y Benzema.

Goles: 0-1 M.2. Cristiano. 0-2. M.31. James. 0-3. M.54. Benzema. 0-4. M.86. James.

Árbitro: González González (Castellano-manchego). Amarilla Eddy, Modric y Arbeloa.

Estadio Nuevo Los Cármenes ante 19.000 espectadores.

Ángel del Riego

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