A falta de argumentos, argumentario. El del Partido Popular para minimizar el aniquilador efecto de sus muchos casos de corrupción, distribuido deprisa y corriendo para que los suyos lo repitan como loros, se articula sobre dos ideas-fuerza, si bien ni se trata de ideas propiamente dichas, ni tienen fuerza ninguna a estas alturas: los corruptos del PP son pocos, casos puntuales, gente que les salió rana, manzanas podridas en una cesta angelical, y que el Sistema ha reaccionado a la perfección, saliendo de él la denuncia de la podre. Lamentablemente, como todo el mundo sabe, los corruptos son muchos (no sólo en el PP) porque es la cesta precisamente, el Sistema, lo que está podrido.
Como el tal argumentario no es otra cosa que una irresponsable patraña auto-exculpatoria, otra más, soslaya el hecho de que los cientos de malhechores políticos y económicos caídos recientemente llevaban robando a dos manos desde hace muchos años, sin que el Sistema les dijera ni mú. A los de las Cajas, tanto los gobiernos del PP y del PSOE como el Banco de España y la CNMV, grandes cancerberos del Sistema, les dejaron hacer, incluso cuando, enloquecidos absolutamente por la impunidad y la codicia, perpetraron con las Preferentes la Estafa del Siglo y abocaron a la quiebra a la propia nación. A los golfos de la política, con sus gerentes y tesoreros a la cabeza, ni el Tribunal de Cuentas, devorado por el nepotismo y la inanidad, ni la Fiscalía General del Estado, haciendo dejación de su deber de perseguir el delito por su obediencia sectaria al Ejecutivo de turno, les salieron al paso. Pero tampoco el Parlamento, ni el Senado, ni ningún otro resorte del Sistema que hoy pretenden mantener, o su cadáver, quienes lo han dinamitado.
Ahora, cuando ya no se puede ni apuntalar el edificio porque las vigas y los pilares podridos lo han derrumbado, les entra a los demoledores, a los que por acción u omisión lo han hundido, el tembleque de piernas y el crujir de dientes. «Podemos» es su fruto, un fruto algo disparatado e insustancial, pero, cuando menos, no está, de momento, en la cesta podrida, esa cesta corruptora de cuanto contenía.
Rafael Torres