El Partido Popular ha nombrado portavoz de campaña a Pablo Casado. La estrategia es clara, ya la adelantó Rajoy hace unos días, salid al mundo y contar lo que hemos hecho. Casado desde distintas tertulias lo lleva haciendo hace tiempo y con éxito. Es muy educado, transmite y sabe economía y conoce sus datos. Cierto que algunos ministros han estado en los medios de comunicación, pero ni en todos, ni todos. Desde el inicio de la legislatura, la realidad es que nadie contaba por qué se estaban haciendo las cosas de determinada manera y la percepción por tanto era que sencillamente no estaba cumpliendo el programa y que realmente el PP estaba cómodo en esa situación. No era una elección sino una decisión. Ahora que la economía empieza a mejorar, el paro da algunas alegrías, la caída del petróleo nos va a ahorrar más de 10.000 millones, la bajada de las rentabilidad que hay que pagar en intereses de la deuda nos ha ahorrado 18.000 millones y otros tantos con la reforma de las Administraciones Públicas, parece que se han empezado a dar cuenta de que hay que salir a evangelizar y contar la buena nueva. Hay que desmontar con hechos a los que no vieron la crisis que llegarán tarde a la recuperación. Sin triunfalismo porque tampoco hay para tanto.
De lo que no cabe duda es de que la percepción y la confianza que se tiene sobre España han mejorado y mucho. Hemos pasado de ser un país en la lista de futuros rescatables hace apenas dos años a darle la vuelta y en cierto modo ser puesto como ejemplo de que se pueden hacer bien las cosas y superar determinados escollos. El camino ha sido duro y no hemos llegado a la meta. Todavía más de 4 millones de personas están en el paro, al menos oficialmente; el mercado de trabajo ha cambiado y los salarios no recuperan el poder adquisitivo perdido. Pero el que crea que vamos a volver a la situación anterior a la crisis se equivoca. Y en algunas cosas va a ser para mejor. La crisis nos ha dejado lecciones impagables que espero no repitamos. Para mí la más importante es que no se puede vivir a crédito. El Estado, no, pero las empresas y los particulares tampoco. Y muy importante, hay que formarse y abrir nuevas posibilidades de inversión y trabajo. Hay que convencer a nuestros jóvenes de que el abandono de los estudios es un error y que la formación profesional es tan digna como la Universidad.
Carmen Tomás